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Este artículo es de hace 3 años

Del sombrero de ala ancha a la gorrita con visera

El presidente Pedro Castillo sabe que los golpistas volverán al ataque. Él tiene una meta cercana: Hay una reforma tributaria que debe salir.
Paco Moreno
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Paco Moreno
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Director periodístico de EL PERFIL
Nació en la provincia ayacuchana de Cangallo, el 7 del 7 del 77. Llegó a Lima antes de cumplir los siete años. Estudió Comunicación Social en...

En realidad, Patricia Chirinos no ha perdido. Ha logrado 46 votos de congresistas que están dispuestos a ir con todo para sacar a Castillo del poder. Lo de Patricia Chirinos ha sido un globo de ensayo para saber quiénes seguirán los pasos de Merino. Ahí están con nombres y apellidos.

Los golpistas no se detendrán y están evaluando por qué Cuarto Poder, que impulsó la vacancia de manera eficaz al principio, desinfló su iniciativa con un audio bamba al momento de la verdad.

Los golpistas lo intentarán de nuevo; y la gente responderá en las calles contra los quieren desconocer la voluntad popular, sembrar caos y violencia.

Keiko es la principal promotora del golpismo porque sabe que el fiscal José Domingo Pérez Gómez no se detendrá en su brega titánica de demostrar que la excandidata es jefa de una organización criminal. Keiko hace política para no cruzar al otro lado de la reja. Patricia Chirinos es como ella, pero sin experiencia.

Ahora bien, Castillo es vulnerable. El presidente tiene que pensar en la historia, saber que cinco años en el Palacio pueden convertir en Cosito a Humala, en estirador de mano a Toledo.

Castillo aprende en el camino y hace bien, por ejemplo, en apoyar la reforma tributaria planteada por Pedro Francke que permitiría ampliar la base tributaria y recaudar alrededor de 12 mil millones de soles anuales más para mejorar la salud, educación y otros servicios. Hace bien en preocuparse en la vacunación, en trabajar duro para los que menos tienen.

Lo que hace mal Castillo es dejar el sombrero de ala ancha y ponerse la nocturna gorrita con visera y reunirse con lobistas. Esto hace recordar que cuando era sindicalista se abrazó con Becerril para tener tribuna en el Congreso; que se lanzaba al piso adrede para hacer más dramática su lucha por los profesores; que para ganar espacios en la izquierda ofendía a Verónika Mendoza en los medios cuando ella jugaba limpio; que no le importó aliarse con Cerrón con tal de que este le prestara su partido; que ahora es pata del que tiene plata como cancha.

Castillo hará algo por este país si no se deja manchar la mano, si no se mancha la mano, si quema esa gorrita y le da brillo y mayor fortaleza a ese sombrero chotano. Castillo puede evitar seguir los pasos de Humala y de Toledo.

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Nació en la provincia ayacuchana de Cangallo, el 7 del 7 del 77. Llegó a Lima antes de cumplir los siete años. Estudió Comunicación Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde tuvo como maestros a César Lévano, Juan Gargurevich, Manuel Jesús Orbegozo, Óscar Pacheco, Julio Estremadoyro, Ricardo Falla, Sonia Luz Carrillo, Carlos Eduardo Zavaleta, Zenón Depaz, Aurora Bravo y otros grandes docentes. Ha publicado dos libros de periodismo literario, Gente como uno (2011) y Rebelde sin pausa (2016); uno de cuentos, El otro amor de mamá (2012); y una novela, El jinete en la hora cero (2021).
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