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El derecho a la protesta en tiempos de crisis climática

El mensaje fue uno: No podemos mantenernos indiferentes ante la inacción de líderes políticos para enfrentar esta emergencia climática.

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Este viernes 20, millones de personas en el mundo dejaron sus puestos de trabajo y hogares para unirse a las y los jóvenes que se movilizaron para exigir a los gobernantes acciones concretas para lidiar con el colapso climático. El mensaje fue uno: No podemos mantenernos indiferentes ante la inacción de líderes políticos para enfrentar esta emergencia climática. 

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Todo empezó hace un año, cuando la activista adolescente Greta Thunberg, nos dio una gran lección con su huelga individual, llamando la atención respecto al futuro que les espera a  millones de niños en el planeta, al mes siguiente eran miles de adolescentes los que se organizaban para reflexionar al respecto, un año después son más de 150 países que participaran en diferentes acciones de protesta. El movimiento escolar viernes por el clima, es sin duda un parteaguas, podemos decir que en Perú y el resto de países, ha nacido un movimiento social ecologista que dará mucho que hablar. 

Es probable que muchos de nosotros hayamos tenido conciencia plena de asistir a una movilización para defender nuestros derechos, cuando estábamos en la universidad; seguro, que otro gran grupo participó de manera indirecta en acciones de protestas, sea por su cercanía o filiación; lo cierto es que por primera vez en nuestra historia, el derecho a la protesta se enseñará en la escuela cada viernes y de manera práctica. 

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El Perú, país de enormes brechas de desigualdad social, cultural y económica, lleva dentro las movilizaciones, sea de manera directa o indirecta, aunque muchos no vean con buenos ojos las protestas de hoy, solo hace falta recordarles que gran parte de nuestras ciudades son fruto de enormes movilizaciones de migrantes, del campo a la ciudad, donde en cada protesta se luchó por derechos básicos y fundamentales para la realización de sus proyectos de vida. 

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No olvidemos que al ejercer el derecho a la protesta, estamos manteniendo vivos a los demás derechos; en este caso específico, cuando nos movilizamos por la inacción del gobierno de Vizcarra frente al cambio climático, estamos resguardando nuestro derecho a un medio ambiente sano, al agua, alimentos, salud, territorio; es decir, los derechos fundamentales están  interrelacionados con los efectos del cambio climático, sobre todo con los derechos de nuestras futuras generaciones, por tanto es un deber ciudadano exigir acciones urgentes ante ésta crisis climática.

El jurista Gargarella citando a Jhon Rawls, lo explica de manera sencilla, si ejercemos el derecho a movilizarnos y criticar a nuestras autoridades, entonces es muy posible que ganemos nuevos derechos y que además preservemos los que nuestros ancestros han ganado con mucho esfuerzo. 

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En consecuencia, el derecho a la protesta para exigir una reacción de los gobernantes ante el cambio climático, no es solo un gesto simbólico, sino la posibilidad de forzar cambios concretos por ejemplo, ante un modelo de producción extractivista que está basada en el uso de materias primas como la quema de combustibles fósiles, ante ello, se propone propuestas como una política nacional de transición energética; no olvidemos que en el Congreso existe el proyecto de ley 2145-2017-PE, que modifica la Ley Orgánica de Hidrocarburos para únicamente promover la industria de hidrocarburos.

No podemos olvidar de ninguna manera la injusticia climática, puesto que la principal contribución a esta crisis viene de los países del norte global, donde los diez mayores emisores de gases de efecto invernadero suman el 60% del total de emisiones y quienes sufrirán los mayores impactos son los países de sur global; por tanto esta es una protesta contra otra forma más de injusticia global, pero también contra la injustica dentro de nuestros mismos países, puesto que finalmente será la población empobrecida de cada país la que sufra los mayores impactos.    

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El movimiento Viernes por el Clima se irá afianzando y con ello se empezará a proponer una agenda climática cada vez más profunda, que no solo se quedará en acciones pequeñas y simbólicas sino buscará incidir en políticas públicas nacionales y globales, porque se trata de buscar respuestas a una emergencia climática y finalmente se trata de darle mayor sentido a nuestras democracias.

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El análisis y las expresiones vertidas son propias de su autor/a y no necesariamente reflejan el punto de vista de EL PERFIL
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