La señora Fujimori alistó todo para pasar a la segunda vuelta con alguien a quien le podía ganar. Usó toda su maquinaría para evitar que Verónika llegara a la segunda vuelta. El sector mediático de esa maquinaria le dio un impulso inicial a Pedro Castillo creyendo que le iba a quitar los votos suficientes a Verónika como lo hizo Gregorio Santos en las elecciones del 2016; sin embargo, todo se salió de control.
Pedro Castillo uso aquel impulsó inicial de manera extraordinaria de tal modo que se convirtió en poco tiempo en la figura electoral más importante de izquierda peruana de todos los tiempos y está peleando para ganar las elecciones en el año de las celebraciones del bicentenario.
Es la primera vez en la historia que un hombre realmente del pueblo, salido de las entrañas de la sierra misma, del campo siempre olvidado, del Perú profundo como dicen, ha sabido conectar con un país harto de corrupción, de los políticos tradicionales, y es muy probable que le gane a la representante del narcoestado en estas elecciones. Castillo es la reacción al sistema que empezó Alberto Fujimori y que ahora ha colapsado.
César Hildebrandt ha escrito que Castillo es el hijo que el Perú no había reconocido. "No hay lazo alguno que vincule a Castillo con el empresariado, los militares, la academia", sostuvo.
Ahí está: Ni con la maquinaria más sórdida de las últimas décadas ni con todos los millones muy limpios por lo muy lavados han podido destruir la candidatura del hijo de Chota.
La señora Fujimori, la primera dama de la dictadura, creía que podía ganarle fácilmente; pero ya vemos, en su desesperación, que el tiro le ha salido por la culata. Falta poco para exclamar: ¡Viva el Perú!