Al principio, sólo los técnicos de todas las selecciones debían elegir al mejor jugador del mundo para la FIFA. Me parecía lo más correcto. Ellos son los que más saben de fútbol. Sin embrago hubo estrategas que abusaron de la confianza. El uruguayo nacionalizado chileno Nelson Acosta que llevó a la selección mapocha al mundial de Francia, eligió a tres jugadores que dirigía como los mejores del planeta: Salas, Zamorano y Margas en 1997.
La FIFA amplió el universo de votantes y le dio la participación a los capitanes quien también elegían muchas veces por el compañero del equipo (club) sin realmente analizar quien era el mejor del mundo. Para hacerlo más equilibrado, la FIFA también les dijo a los periodistas que podían votar. La revista France Footbaal elegía al mejor jugador de Europa anualmente desde la década de los 50’ y luego amplió su espectro al mejor jugador que militase en Europa en los 90’. En esta elección, sólo elegían periodistas de Europa. Por eso cuando se fusionó la publicación con la FIFA, los periodistas también fueron incluidos para elegir al mejor.
Luego de algunos años, la revista con la FIFA rompieron palitos y ahora el ente máximo del fútbol le puso The Bets al premio del mejor jugador. Ya no es del año sino de la temporada. Pero le agregó un ingrediente de modernidad. Los aficionados también podían elegir quien era el mejor del mundo a través de Internet.
Resulta curioso ver que el egipcio Mohamed Salah que obtuvo el tercer lugar en los premios del 2018, sería sólo sexto si no se hubiesen contado los votos por internet. Además el africano ganó el mejor gol o premio Puskas que tuvo el mismo mecanismo, es decir votos virtuales. Si la gente del mundo no le hubiese dado su voto por internet a Salah y sólo se computaban los de entrenadores, capitanes y periodistas, el francés Mbappe sería el tercero.
Modric y Ronaldo se quedarían con los dos primeros y el francés Griezmann sería cuatro.