Le habrá pasado, como a todos, que uno busca algo y, a veces, encuentra otro objeto cuya desaparición ya había olvidado. Pero también ocurre con las ideas y hasta con las búsquedas científicas o esotéricas como la que relato a continuación. Los alquimistas taoístas que buscaban, nada menos que el elixir de la vida, descubrieron, en sus reflexiones y estudios … la pólvora.
Y tal como está el mundo hoy podríamos decir que si la pólvora no es el elixir de la vida, le pasa raspando. Supongo, dada la filosofía de vida de los taoístas, fundada en creer en la solidaridad entre la naturaleza y los seres humanos, que éste era el último descubrimiento que ellos podían desear. Imposible para nosotros imaginar su sorpresa, como habrá sido imposible para ellos imaginar el usa que tendría en el futuro su descubrimiento. Lo mismo ocurrió, en siglos posteriores, a no pocos sabios que al buscar la cura para una enfermedad, terminan creando un remedio ideal para otro tipo de dolencia. Juega, en todo esto, sin duda, la casualidad y una ignorancia que nos cuesta reconocer.
Fue, en parte, esta casualidad la que permitió a un escoses, el doctor Alexander Fleming, descubrir la penicilina. Fue lo que llamamos azar quien dio las pistas para el nacimiento de los antibióticos. Uno de sus colaboradores dejó, por descuido, una plaqueta con bacterias, antes de salir de vacaciones.
Un hongo imprevisto engulló las bacterias y Fleming pudo dar el puntapié inicial para el nacimiento de una medicina que ha salvado millones de vidas. Eso ocurrió en 1928 y recién en 1940, en Oxford, un paciente humano recibió un tratamiento que si bien, no le salvó la vida, dio buenos resultados y permitió mejorarlo.
Más tarde, en 1945, en la ciudad de Rosario, Argentina, un pequeño paciente de 5 años, aquejado por una mortal bronconeumonía, sobrevivió gracias a la penicilina. Llevaba mi nombre y apellido y por ese motivo y muchos recuerdos vivos en mis emociones, sé que ese paciente fui yo. Gracias Fleming, la verdad es que a mí los escoceses siempre me cayeron bien.