El escenario mundial está en crisis. Dos guerras en curso de consecuencias incalculables debido a que como nunca se entrecruzan factores imprevistos e incontrolables. Los desaciertos surgen en forma de acciones erráticas en cada escenario desde lo más profundo de las condiciones físicas y geopolíticas hasta los vuelcos de las pasiones y las venganzas asumidas como política. Asistimos a un giro sistemático global.
La prensa en coro, analistas pronorteamericanos y proisraelíes pretenden hacemos olvidar el siglo de conflictos palestino-israelíes enfocados sólo en la reciente incursión y su despiadada venganza poniendo los reflectores en el 7 de octubre pasado. La ocupación de territorios palestinos en 1967 y el bloqueo israelí permanente son reducidos a incidentes menores y excluidos escandalosamente del análisis sociopolítico. Tapar el sol con el dedo.
La concentración del poder político mundial no es un cuento menor. Europa que hasta hace muy poco ha seguido el libreto del poder del Norte está comenzando a dar pisca de indicios de autonomía. Es cuando le toca asumir su papel pensado desde sus condiciones reales y tomando decisiones dentro de intereses geopolíticos en curso y desde luego basados en sus intereses económicos, políticos y culturales.
La sobreestimación de la tecnología bélica, informática y política en curso apoyados insistentemente por el marketing olvida la voluntad, la iniciativa y el potencial humanos movidos por creencias, valores y proyectos. Vender el sueño de la invulnerabilidad tecnológica y las cortinas infranqueables por aire mar y tierra olvida con frecuencia la creatividad humana y sus posibilidades incalculables. Es la alerta al peligro que esconde el hecho de convertir la inteligencia en negocio.
Asistimos a la opresión del más fuerte basada en la justificación política del poder y liderazgo construidos sobre la base del constructivismo de papel. Lo que obliga a mirar y escudriñar el mundo desde nuestra condición de país de tercer mundo cuyo futuro está en peligro.
Nuevos escenarios
La geografía y el sistema mundial de poder se mueve a velocidad de crucero. Un primer indicio apreciable es la disminución del poner hegemónico de Norteamérica. Europa percibe con cada vez certidumbre la necesidad de encontrar su propio camino y tomar sus decisiones en atención a su tradición histórica y sus nuevos proyectos. Los datos respecto de las recientes acciones y las reflexiones de algunos intelectuales relevantes hacen pensar en la necesidad de un mundo diferente.
El peso creciente de la influencia del BRICS, China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica significa nada menos el tránsito del mundo unipolar a un mundo nuevo. Da la sensación de que el velo se ha corrido y aparecen otros poderes y una manera radicalmente distinta de entender el mundo. El ridículo de los viejos discursos desconectados de las nuevas realidades y de las revoluciones que ya no tienen contenido y las creencias fuertemente arraigadas caen como castillos de naipes.
El viaje de presidente norteamericano John Biden a Israel en términos de resultados ha mostrado enorme carencia influencia sobre aquel socio que hasta hoy ha utilizado tanto poder en sus decisiones que ya no es tan eficaz. Como nunca antes después bombardeo del hospital de Gaza y el repudio unánime el mundo en general ha reaccionado al unísono y ha señalado con la mirada puesta en la venganza de Israel.
Sudamérica ensimismada carente de desarrollo económico, político y cultural con excepción de Brasil, México y Chile transitan sin encontrar alternativas de poder para construir sociedades democráticas solventes. Ausencia de liderazgos políticos agravada por la corrosión irreversible de los partidos políticos. Falta de líderes políticos solventes. Ausencia de programas y dificultades para articular movimientos sociales de alcance nacional. Suenan vacíos de poner y ausencias de voces que emerjan de las reservas morales, intelectuales y científicas casi inexistentes.
Lo que se viene
Se escucha y se lee noticias de la mayor fuerza de odio como política asumida por Israel. Es irracional construir una política internacional de convivencia en base al odio y la venganza. Casi un siglo de conflicto está encontrando un callejón sin salida para Israel. Los tradicionales aliados incondicionales empiezan a callar.
Pretender encontrar culpables en Hamás antes de examinar la historia de conflictos y violencia sin control es desviar la explicación. Borrar del mapa a los grupos terroristas en guerra y desaparece a las poblaciones civiles no es el camino para la construcción de la paz.
Cuando se advierte la pasividad del mundo democrático frente a Israel no es una buena noticia. Pero, las primeras muestras del presidente español Pedro Sánchez es un dato frente al silencio calculado de los de los líderes añejos. Ya no tiene futuro apoyar la política de la venganza.
Entre tanto hay un silencio cómplice de las voces acreditadas de izquierda que parecen ya no existir. La promesa de las izquierdas se han hecho añicos y ha triunfado el capital y los negocios. El oficio del pensar seguirá siendo la luz. Mientras tanto la incursión inminente para la matanza en Gaza la suerte está echada y los dados han sido tirados.