Asistido por la OTAN, los Estados Unidos de Norteamérica financia y dirige dos guerras simultáneamente y compromete a una Europa sorprendida por el repunte de las derechas. Un mar de desconcierto donde se mueve el tablero geoestratégico y los meandros sociopolíticos recargados y los movimientos progresistas desconcertados. Como se observa, es una nueva época inquietante urgida de explicaciones consistentes.
Hay un cuadro global y multiforme exigente en caracterizaciones objetivas y es oportuno acercar la lente. México, un país influyente, comienza a salir de su largo desencuentro. Esperemos con aliento sostenido. Brasil, entre aletargado y confuso por la fatiga de Lula, Boric y Chile entre la Escila de poderes reales y la ausencia de teoría. Una Latinoamérica transida de dificultades con los movimientos populares replegados y cuajando el futuro. Toca pues como siempre a los movimientos populares encontrar luces en los cerebros pensantes para reiniciar una tarea de más largo plazo. ¿Seremos capaces de atravesar el umbral de la nueva época?
Surcamos una época en que comienza a manifestarse el declive del capitalismo que los analistas serios lo advierten. El descontento ya no es posible callar: "Las antiguas inquietudes por la pérdida del sentimiento de comunidad son ahora paralización y desconfianza". Y lo sostiene con fundamento el profesor de Harvard Michael J. Sander.
Es más, añade "El dinero no solo compra elecciones, sino que también compra acceso a los organismos que elaboran reglas que gobiernan la economía" (2023).
La ceguera mental provocada por los diarios y los textos al uso está a punto de romperse. Y todos lo saben, sin embargo, seguimos votando por los mismo. Como si fuera poco hay escuela y universidad para los que gobiernan y gobernarán y hay universidades a granel para los pobres. Y los sabios rentados siguen en su "relato".
Para atisbar nuestros problemas
1. Los hechos históricos, vale decir la historia materia, cambian y no volverán a repetirse para decirlo con Pierre Vilar y es loque encandilaba al historiador Pablo Macera. Historia, conocimiento, es decir, el conocimiento de esa materia que los historiadores escriben y que no pocas veces están sujetos a revisiones y deformaciones. Hay urgencia de releer la historia crítica.
2. Merece la pena volver a pensar que la historia no la escriben los vencidos sino los que ganan en pensamiento y en acción. Lo que se les impone a los lectores para multiplicar el “relato” que debe ser contado y que por desdicha se repite al pie de letra. Y se decía: “la letra con sangre entra”. Allí están también los que "diseñan" los currículos escolares y los que repiten.
3. La historia no es aislada. Será vacía si se descuenta la sociología, la economía, la antropología, la psicología y las demás ciencias. Es en esencia interdisciplinar. En algún momento las divisiones administrativas hicieron olvidar las relaciones interdisciplinares. Es urgente conectarse con los centros líderes para alentar trabajos aplicados por comunidades científicas lejos de los sabio escribas bien pagados.
4. Un abismo insalvable, ha sido en este sentido, la separación dañina entre la matemática y las ciencias sociales con excepción de la economía que a veces se agota en la matemática misma. Impide a los lectores explicar el índice Gini de desigualdad, negando a medio mundo entender la teoría de la relatividad, permitiendo a las encuestadoras mentirles con cifras a los lectores. ¡Cuán terapéutica resultaría la lectura de Durrell Huff! (Mentir con estadísticas, 2015).
5. Se promueve vivir la separación, el abismo. Hay obsesión por la separación, por la escisión, por la división olvidando la integración, la coordinación y del diálogo. Pero nadie querría un grupo humano borreguil puesto que es asimismo necesaria la crítica sin concesiones a la mediocridad y la autocrítica honesta como un camino de la disciplina necesaria. Y, hay mucho por hacer.
