Los peruanos hemos sentido estupor, rabia e indignación al enterarnos de la fuga de César Hinostroza a Madrid.
Estaba cantada desde la demora en procesar la acusación y destitución a cargo del Congreso, para pasarlo luego al MP y al PJ.
Demora inexcusable que ha permitido la fuga del jefe de la banda de "Los cuellos blancos", que se jactaba de absolver a violadores de niños. Obviamente que esto no es casual. En política no hay casualidades. Recordemos que hace solo unos días la bancada de FP archivó las acusaciones contra P. Chávarry y H. Becerril por sus vínculos con esa banda criminal. Luego convirtió al Congreso en vil ganzúa y burda "pata de cabra", aprobando una ley con nombre propio para descerrajar las puertas de las cárceles y liberar a los autores de crímenes de lesa humanidad y corrupción.
Hoy vemos que también al expediente de acusación constitucional de Hinostroza lo han convertido en el falso pasaporte que ha facilitado su fuga. El asunto es tan grave que Javier Velásquez Quesquén dijo que si ésta se verificaba, Daniel Salaverry debería renunciar. Esperemos que ahora lo exija con el histrionismo que lo distingue.
Liberar a altos funcionarios de serias acusaciones, aprobar leyes con nombre propio para excarcelar a conocidos criminales, y hacerse de la vista gorda para que el protector de violadores fugue del país, linda con el delito de encubrimiento, sancionado por el artículo 404 del Código Penal y, tanto el presidente del Congreso, como la Mesa Directiva y FP deben responder ante el país.
Estamos ante el peligro de que muy pronto se les ocurra liberar a "marcas", narcotraficantes y proxenetas, mientras nos distraen gritándole "terruco" o "traidor a la patria" al fiscal Domingo Pérez, llevándolo ante el pelotón de fusilamiento de la Comisión de Defensa y Orden Interno.
Luego dicen que las medidas de detención preliminar o preventiva son excesivas, que no hay peligro de fuga. El prófugo no avisa, no cuelga su boleto de avión en Facebook ni hace fiestas de despedida. Cuando cuenta con poder político, como en este caso, desaparece así tenga impedimento de salida del país. Lo estamos viendo.
Mientras tanto, no permitamos que el Congreso de la República sea convertido en ariete de impunidad, socavón de fuga y escondrijo de delincuentes. Allí debe sentarse la legítima representación nacional para legislar en función de los más elevados intereses del país.