Los primeros meses del 2021 se evidenciará que hay una creciente corriente de opinión que quiere una nueva Constitución y también duros defensores de este instrumento de poder que surgió para afianzar la dictadura del 5 de abril de 1992.
El 11 de abril se definirá entre quién platea un cambio profundo y el que quiere seguir los pasos de Toledo, García, Humala, PPK, Vizcarra, Sagasti. Por esto, quien apueste por un cambio profundo será blanco de los poderes fácticos de este país de infortunios. Somos un país del pasado.
El 2021 será también el año en que los miserables de siempre harán todo lo posible para que no se castigue a los responsables de los asesinatos de los jóvenes de las marchas. Pero la justicia se abrirá paso. Sagasti debe ayudar en este tema importante en vez de escuchar a su primera ministra que más parece asistente de PPK.
Los reclamos y las marchas continuarán porque en este país hay millones que viven y trabajan en las malas condiciones que ya se criticaban no en el siglo 20 sino en el 19.
La pandemia es lo peor del 2020 y el año que viene el virus seguirá matando. En Andahuaylas, como nunca, en este momento, el hospital está lleno de pacientes de cuidados intensivos. La vacuna demorará en llegar. A Argentina ya llegó la Sputnik V. Vizcarra tocó varias puertas y a Rusia lo dejó en segundo plano. Hay que ser muy baboso.
El Bicentenario llega en tiempos en que muchos sectores reclaman y está bien porque somos un país de brechas abismales que exige una democracia genuina, una democracia en la que todas las sangres luchemos por un Perú mejor.