Han transcurridos casi quince años desde que se transfirieron los yacimientos de fosfatos de Bayóvar (2005) al sector privado a finales del régimen de Alejandro Toledo, sin mayores compromisos de inversión para industrializar los viejos yacimientos de fosfatos de Bayóvar/Sechura Piura, conocidos por sus grandes posibilidades de valor agregado en la producción de fertilizantes fosfatados que tanto demanda nuestra agricultura.
Hacia fines del gobierno del toledismo ganó la licitación la brasileña como Vale do Rio Doce, un gigante de la industria minera a nivel mundial y hacia mayo del 2018, otro gigante de la industria de los fertilizantes como Mosaic de los Estados Unidos de Norteamérica aparece como el principal accionista de Miski Mayo SRL, la empresa que se formó para explotar los ricos yacimientos de fosfatos de Bayóvar.
Por ello, urge y resulta importante evaluar el significado de esta privatización, pues los resultados limitados, el cambio de dueños en las acciones, los mínimos compromisos de inversión, las pobres regalías pagadas, el bajo nivel de industrialización, los indicios de corrupción, entre otros aspectos debieran ser investigados por el Congreso de la República y la Contraloría de la República.
Pasado el tiempo desde el 2010 año en que comenzó la producción de roca fosfórica, la materia prima fundamental para obtener los fertilizantes como ácido fosfórico (proceso húmedo) fosfato monoamónico (MAP) y fosfato diamónico (DAP) fertilizantes necesarios para reponer las energías gastadas de la tierra y que por ahora importamos, como cruel paradoja por no tener una política de industrialización.
Por tanto, exportamos roca fosfórica explotada en Bayóvar con políticas de "cholo barato" que constituye la base, la materia prima para la elaboración de los fertilizantes fosfatados mencionados que tenemos que importar a precios elevados gracias a la concentración de los importadores internos que operan en la economía local.
Por ello, podemos afirmar que la privatización de los fosfatos por cincuenta años ha significado una frustración más para Piura no solamente por las míseras regalías percibidas, sino por las importaciones de fertilizantes que tienen que financiar en última instancia los miles de agricultores de nuestro país.
Danza de millones
Si bien la licitación del 2005 fue promovida por Proinversión resultando como ganadora la brasileña Vale do Rio Doce, que adoptó el nombre de Miski Mayo SRL la misma que comenzó la producción básicamente para la exportación en el 2010 de unas 3.9 millones de toneladas anuales de roca, habiendo invertido hacia esa fecha US$ 566 millones.
Sin embargo, como parte de una estrategia transnacional la brasileña Vale transfirió el 35 % de las acciones del capital a la transnacional Mosaic de los Estados Unidos por un valor de US $ 385 millones la misma que tiene como principal accionista a Cargill, y el 25 % de Miski Mayo a la japonesa Mitsui por un monto de US $ 275 millones de dólares.
Es decir, para marzo del 2010 Vale do Rio Doce por la venta del 60 % de las acciones a Mosaic y Mitsui obtuvo US $ 660 millones de dólares, es decir US $ 100 millones más en relación con los montos invertidos a la fecha, y retenía el 40 % de las acciones además de mantener el 51% de las acciones con derecho a voto.
Sin embargo, a nivel internacional en mayo del 2018, Mosaic adquirió Vale Fertilizantes de Vale S.A., que incluye un proyecto de potasio en Canadá y Miski Mayo (40%) que opera en Piura; con tal compra Mosaic se convirtió en el principal accionista de Miski Mayo, asumiendo el 75% de las acciones, quedando el restante 25 % para la japonesa Mitsui.
Por tanto, a la fecha Mosaic ha quedado como el principal accionista y responsable de Miski Mayo con una participación del 75 % y de las importantes reservas de fosfatos.
Lamentablemente no se conoce a cuánto valorizó la brasileña Vale do Rio Doce el 40% de su participación en Miski Mayo, pues Mosaic pagó US $ 2,500 millones de dólares a Vale incluyendo la participación del proyecto de potasio en Canadá. Debemos presumir que el 40 % de participación supera los US $ 800 millones debido a la importancia de los fertilizantes en el contexto mundial de crisis alimentaria y cambio climático donde se demandan abonos naturales ricos en fósforo y potasio.
Sin embargo, estas cifras debieran ser reconocidas por el MEF y la Sunat para poder cobrar el impuesto a la renta por las ganancias al capital por la venta de la participación del 40% en Miski Mayo, tal como lo establece la Ley 29757 de julio del 2011por ser la renta de fuente peruana.
En esta danza de millones de dólares donde las transnacionales especulan y valorizan nuestros recursos naturales, los trabajadores son los eternamente desplazados y marginados.
Mas lo cierto y evidente es que Vale do Rio Doce ha recuperado con creces sus inversiones que en los últimos años prácticamente han sido mínimas como se podrá observar en el cuadro respectivo, y ha valorizado "sus recursos naturales" a diferencia del Estado peruano que negocia con rodilleras y altas tasas de corrupción, como lo ha demostrado la historia reciente.
¿Quién es Mosaic?
Se debe reconocer que la transnacional Mosaic es el mayor productor mundial de potasa y fosfatos, dos nutrientes vitales para las plantas, y cuenta según su portal web con una capacidad operativa de 21,6 millones de toneladas para la producción de fosfato concentrado y potasa. Por tanto, resulta siendo el mayor productor de concentrado de fosfatos en el mundo, con una capacidad de producción de 11,7 millones de toneladas.
Evidentemente la producción peruana de roca fosfórica proveniente de Miski Mayo se sumará a esta estrategia transnacional, al margen del interés de nuestros agricultores. Asimismo Mosaic está posicionado entre los mayores productores mundiales de potasa con 9,9 millones de toneladas de capacidad operacional.
En estas condiciones, lamentablemente condenados al modelo primario exportador, produciendo roca fosfórica para afuera e importando fertilizantes fosfatados, los trabajadores de Miski Mayo SRL sobreviven relegados de esta riqueza y de esta danza de millones de dólares con salarios de angustia, en condiciones de trabajo que serían inaceptables para un trabajador minero de los Estados Unidos de Norteamérica, pues aquí se aplican las políticas del "cholo barato".