A todas las mujeres nos obligan a ser heterosexuales. Esta es una verdad de Perogrullo. Seguramente dirán: "A los hombres también". Sí, pero para ellos no significa lo mismo que para las mujeres. La heterosexualidad en ellos no los convertirá en objeto de dominación, subordinación y carencia de poder para decidir sobre sus vidas, para nosotras sí. A muchas, esta heterosexualidad obligatoria las llevará a fuertes represiones, a relaciones sin sentido, a maternidades no queridas y a vidas insatisfechas, a otras las llevará a la violencia física, la violación, la tortura y la muerte.
Dependiendo de cuán visibles seamos y de los contextos en los que vivamos, la violencia será más o menos gradual, pero estará presente, sobre todo en países en donde no existan ni garantías ni protección para las vidas disidentes de la heteronorma, que nos manda como destino la vida en pareja con un hombre, el matrimonio, la maternidad y la servidumbre.
Por eso, para visibilizar esta realidad, las lesbianas celebramos todos los 13 de octubre, desde hace 11 años, el Día de las Rebeldías Lésbicas. Queremos dejar constancia de que existimos, no somos un invento de la modernidad ni una moda (ya quisiéramos), nuestras vidas están registradas desde antiguo, y Safo nos cantó desde la isla de Lesbos hace casi tres siglos sin imaginar que sus poemas seguirían vigentes para las lesbianas de hoy a través de la forma de nombrarnos.
¿Pero por qué celebramos en lugar de conmemorar? La realidad nos dice que las lesbianas viven formas sistemáticas de violencia desde pequeñas, situación de vulnerabilidad que sigue estando ausente de las políticas estatales, y parece que en el Perú pocas cosas tenemos para celebrar. Pero lo que estamos celebrando no es una coyuntura especial, sino una forma de ser. Las lesbianas son rebeldes porque han decidido no ser funcionales al mandato heterosexual y vivir con otras mujeres, amar a otras mujeres, hacer pactos de sobrevivencia y alianzas de resistencia con otras mujeres, han decidido entregar su afecto, sus deseos y sus motivaciones a otras mujeres, para juntas socavar los cimientos de un sistema social, económico y cultural que nos usa, nos explota y nos mata.
Somos una amenaza para el sistema capitalista porque no nos convertimos en mano de obra gratuita para la mano de obra barata, somos un peligro para la sociedad porque rompemos con los patrones de la feminidad y el ser mujer, somos un riesgo para la cultura porque esta se ha parapetado en la mirada patriarcal en donde solo los hombres tienen el poder, transformamos la cultura patriarcal y demostramos que no necesitamos a los hombres para nada.
Las lesbianas, cuando descubrimos y vivimos nuestro lesbianismo somos poderosas, porque dejamos atrás enormes taras cinceladas desde la niñez y nos convertimos en dueñas de nosotras mismas. Como decía una compañera lesbiana feminista: "Amar a las mujeres en un mundo que nos odia es nuestra mayor rebeldía". Sigamos amándonos.