Verdad y justicia se han convertido en las bêtes noires (bestias negras) del fujimorismo. No son solo palabras, mil veces repetidas, sino conceptos concisos para entender las duras e inocultables realidades de la vida peruana.
¿Por qué es importante la verdad? Porque es la base de la civilización, de la cultura y de convivencia humana. Es imposible vivir en el reino de la mentira, de la falsedad, del engaño y de las medias verdades. Inclusive los mentirosos compulsivos y los farsantes necesitan saber la verdad, porque de otro modo no les sería posible falsearla, ocultarla o torcerla. Los ejemplos abundan: los que no admiten el fracaso electoral del fujimorismo y su aliado dicen sin pestañar que “ha sido un llamado de atención a los partidos políticos”, los mismos que elogiaron al juez Richard Concepción frente al caso Humala- Heredia dicen ahora que es un juez parcializado.
En el mundo académico, los posmodernistas y relativistas le restan importancia a la verdad objetiva. Inclusive profesionales que pasan por serios dicen corrientemente que el “doctor X está aquí para decir su verdad”, con lo que postulan que no existen verdades universales. Los más radicales tercian con la “verdad consensuada”, es decir negociada. Tesis totalmente desmentidas por prestigiosos centros de investigación que albergan innumerables comunidades científicas que buscan verdades en todos los campos científicos.
Hoy, por varias razones, la verdad adquiere una fuerza devastadora y es cuando se conecta con la justicia. Ningún recurso de ocultamiento y falseamiento será suficiente para detenerlas. Las violaciones de los derechos humanos, los fraudes y corruptelas seguirán saliendo a luz gracias a la recta administración de justicia y el periodismo.
Resultado de aquellas batallas es el principio universalmente admitido que sin verdad no hay justicia. Y es cuando fiscales sesudos y eficientes acusan con solvencia profesional y jueces honestos hacen lo suyo desplegando pruebas contundentes basados en parámetros y estándares compartidos por la comunidad jurídica. Hoy, Keiko Fujimori está en manos de la justicia, tanto la Fiscalía como el Poder judicial tienen uno de los retos más importantes de su historia: administrar justicia en base la verdad.
Vivimos la era de las innovaciones. Las verdades logradas en los laboratorios y centros de investigación han sido insumos para diseñar tecnologías apropiadas y éstas han jugado un rol decisivo en manos del periodismo de investigación que ha puesto al descubierto los mecanismos ocultos de las organizaciones delictivas como “Los Cuellos Blancos del Puerto”.
La lideresa de Fuerza Popular, castigada por los electores, sumergida en contradicciones y presa de las acciones erráticas de sus congresistas, como es la aprobación de la ley peligrosa con nombre propio, enfrenta un proceso que sólo tiene dos opciones: la primera es salir librada de las acusaciones que penden sobre ella y la segunda, un ejemplar juzgamiento y condena que servirá de impronta a los estudiantes de Derecho, quienes dispondrían de un valioso laboratorio para sus investigaciones. Sin embargo, todos intuimos cuándo alguien miente y es injusto, pero no es igual de fácil responde a las preguntas ¿qué es la verdad? y ¿qué es la justicia? Los jóvenes deberían leer 10 aporías de Kelsen del profesor Ferrajoli y la teoría de la justicia de Rawls.