A algunos jóvenes, en esos lugares donde venden comida rápida, los encierran a trabajar sin reloj a la vista para se pasen de horario. No les pagan horas extras porque alguien marca sus tarjetas sin que ellos se den cuenta. Este caso particular refleja el sufrimiento de nuestros jóvenes urbanos en pleno 2023.
Algunos son explotados al pie de los grifos, cerca de las máquinas cuyos dueños son otros. A algunos los encierran por propinas para producir cosas que se van al exterior. Otros se desesperan tratando de vender productos por teléfono a gente remota porque si no venden no cobran. Otros no encuentran empleo, aunque busquen con empeño. El asunto de las ocho horas laborales es un cuentazo en varios lugares. La frase de Ortega y Gasset bien podría aplicarse a estos tiempos: “La vida nos ofrece un panorama de universal esclavitud”.
El uno por ciento de los seres humanos goza de más del noventa por ciento de los bienes y el dinero del mundo, mientras que el resto se reparte lo que sobra como puede. Generalmente, se distribuye lo que queda ensanchando la brecha descomunal entre pobres y ricos.
No es Día del Trabajo. El primero de mayo se conmemora el Día Internacional de los Trabajadores en memoria a los sindicalistas ejecutados en mayo 1886, en el estado estadounidense de Chicago por exigir la jornada laboral de ocho horas.
Aquellos hombres y mujeres exigían ocho horas para el trabajo, ocho horas para el descanso y ocho horas para la familia, el estudio y otros temas.
En Chicago mataron a los sindicalistas. En estos tiempos, a los sindicalistas los despiden. El trabajo digno y empleo justo son temas que no se discuten en las altas esferas del Gobierno. Lo que pasa es que las altas esferas del Gobierno y la política en general está infestada por corruptos de todos los colores que tienen vinculaciones incluso con gente que tiene mucho dinero proveniente del narcotráfico y del lavado de activos, y el tema les interesa un pepino.