Ha pasado casi inadvertido en el medio peruano, salvo lo que muestran la fotografía de los medios sobre la inauguración del megapuerto de Chancay, el intercambio de mensajes y sobre todo el contenido del diálogo entre los presidentes chino Xi Jinping y norteamericano Joe Biden.
El primero es uno de los lideres de los BRICS y el segundo presidente saliente de los Estados Unidos de Norteamérica escalando una guerra desesperada contra Rusia en Ucrania. Y la OTAN, como una máquina de guerra en declive, implica a los gobiernos europeos, con reticencias de Alemania, para participar directamente en la Guerra.
Llama la atención que una potencia mundial utilice descomunal maquinaria de guerra, ingentes recursos financieros, aplastante propaganda, financiamiento y armamentos para apuntalar un desenfrenado belicismo fuera de sus fronteras en nombre de la propaganda libertaria. Es clave volver a la historia para reparar en lecciones de grandes imperios que sucumbieron después de su apogeo a fin de desentrañar los profundos y complejos mecanismos que permitan explicación realista. Aunado al rol de la tecnología militar.
Los misiles y los drones
Esta es una guerra del siglo XXI donde se ponen en acción como nunca todo el potencial de la ciencia básica trasladada a las tecnologías físicas y sociológicas convertidas en máquinas de guerra. Las unidades de medida se expresan y evalúan en términos de eficiencia y eficacia. Sus capacidades de transformación de los hechos son devastadores. Conmueven los fundamentos de todas las verdades consolidadas, de las costumbres, de los modos de pensar y sobre todo ponen al descubierto la obsolescencia de los equipos y la máquina. Asistimos a la ruptura de los estándares.
El mundo comienza a tener conciencia de la guerra que parecía una historia lejana contenida en hechos y relatos que mueven el intelecto y nada más. ¿Qué factores ocultos, qué mecanismos psicológicos, que meandros políticos y qué poderes económicos mueven las guerras? Lo que parecía oculto a la visión del profano asalta las entendederas sobre todo de aquellos que tozudamente les echan en culpa a las ideologías. El poderoso mecanismo que mueve esta guerra son los intereses de la industria armamentística que invierte y gana trillones. Es sólo un dato indiciario lo que se propala la estimación de una parte de los gastos de la guerra de Ucrania estimado en 400 mil millones de euros que se ya se ha gastado. Y no provienen de sus recursos disponibles.
La historia de la ciencia enseña con ejemplos aleccionadores que las innovaciones tecnológicas son imprevisibles. A diferencia de las guerras mundiales pasadas las innovaciones tecnológicas radicales que han acaparado la atención mundial por su impacto son hoy los misiles y los drones. Estos son los artefactos que predominantes electrónicamente dirigidos y con diferentes niveles de autonomía, correlativamente los artefactos detectores y de contención.
Pero, el descomunal impacto que ha producido el ya famoso misil ruso Oreshnik ha cambiado la orientación de la guerra de modo sustancial debido a que no tiene parangón en la industria armamentística actual. De una velocidad hipersónica de tres kilómetros por segundo, imposible de ser derribado con los medios disponibles, con una carga de 3 a 6 bloques que llegado el momento podría contener carga nuclear. El primer misil que por su nivel de precisión, velocidad y letalidad deja obsoleta toda la maquinaria de la segunda guerra mundial que atesora la OTAN. Con el agravante no advertido de que Ucrania se ha convertido en el cementerio de toda la maquinaria bélica enviada por parte de los 23 países que conforman la OTAN.
En este conflicto global conducido por los Estados Unidos de Norteamérica secundado por Inglaterra se ponen de manifiesto novedades cruciales que requieren el concurso de toda la clase intelectual, de la ciudadanía organizada y de los medios comprometidos con el país.
Política
