En horas de la mañana, un grupo de futbolistas de la selección peruana de fútbol compartió en sus stories de Instagram el hashtag #PonteLaCamisetaPerú. De la misma manera, se creó una página de Facebook llamada “Camiseta Peruana”. En esta se aprecian a jugadores mundialistas como Luis Advíncula, Edinson Flores, Pedro Gallese mostrar su respaldo a “la democracia, la libertad y un voto responsable”.
A grandes rasgos, se podría decir que es completamente válido que jugadores tomen una postura política. A fin de cuentas, son ciudadanos y tienen derecho a la libertad expresión y voto. Sin embargo, dentro de los elementos con los que acompañan sus discursos, se encuentra la camiseta peruana, que se utiliza para reforzar las frases “tú estás convocado a votar” y “le decimos no al comunismo”. Es ahí donde la camiseta, que nos sirvió para unirnos en momentos deportivamente difíciles, se usa ahora para politizar a la población. Podemos decir que la camiseta se ha manchado.
La afirmación de que “el fútbol y política nunca pueden ir de la mano” es completamente falsa. Y no lo dice solo este humilde servidor, sino la historia misma. Fue Eduardo Galeano, quien dijo que “el fútbol y la patria están siempre atados; y con frecuencia los políticos y los dictadores especulan con esos vínculos de identidad”. Bajo la perspectiva de Galeano, el uso político del fútbol se basa en la creación de una identidad colectiva guiada por el patriotismo y el nacionalismo.
Ahora bien, ¿la selección alguna vez ha tomado una posición en lo que a coyuntura social respecta? No hay que viajar mucho en el tiempo para recordar lo acontecido en noviembre con el infame gobierno de Manuel Merino, que dejó dos muertos durante las manifestaciones en su contra y una desconfianza cada vez más recurrente en los poderes del estado.
Mientras estas se daban, Perú jugaba contra Chile y Argentina por las Clasificatorias al Mundial de Qatar 2022. ¿Qué hicieron los jugadores mientras todo esto ocurría? Se tomaron de los brazos mientras cantaban el himno en Santiago. Sin embargo, dos jugadores se mostraron inconformes con la situación desde su inicio: Renato Tapia y Paolo Guerrero, quienes usaron sus redes sociales para emitir sus opiniones y, hasta el cierre de esta nota, no aparecen en los videos de #PonteLaCamisetaPerú.
La campaña #PonteLaCamisetaPerú ha generado cuestionamientos e indignación, partiendo por la pregunta de: ¿quién se beneficia con todo esto? Analizando los mensajes emitidos, los futbolistas nos invitan a “votar por la democracia y contra el comunismo”. En un proceso electoral en su fase definitiva, donde se ha polarizado a la población entre “democracia” y “comunismo”, no es casualidad que se interprete como una campaña a favor de la candidata Keiko Fujimori. El problema es que Keiko no representa a la democracia y Castillo tampoco al comunismo.
Cualquier persona es libre de emitir la opinión que se le plazca y la polémica podría terminar ahí. Pero, cuando se utilizan específicamente a futbolistas con una gran llegada para votar por una candidata manchada y descendiente de la corrupción y el crimen organizado, es un hecho muy cuestionable. Ahora bien, hay que tener en consideración que jugadores de la talla del brasileño Sócrates, Diego Armando Maradona o Didier Drogba, utilizaron la plataforma que les brindó el fútbol para mostrar oposición y cuestionamiento frente a un poder que atacaba a sus países. Sin ir tan lejos, la selección chilena de fútbol decidió no jugar una fecha en la FIFA en señal de respeto por las marchas del 2019.
Que esta nota no se tome como apoyo al candidato opositor, Pedro Castillo. La lista de cuestionamientos hacia él, el entorno de su partido y sus medidas en un supuesto gobierno, son completamente válidas. Pero cuando se utilizan términos tan abstractos como el “comunismo” y “terrorismo”, este último siendo un capítulo triste en nuestra historia como país, para aterrorizar a una población golpeada por la pandemia y las débiles instituciones, resulta detestable. La participación de un grupo de jugadores, quienes fueron inspiración para muchos compatriotas por la clasificación al mundial de Rusia 2018 y el segundo lugar obtenido en la Copa América del 2019, en esta campaña probablemente sea un punto del cual sea muy difícil retornar. Especialmente, cuando se emplea un símbolo tan unificador como la camiseta de la selección como parte de una campaña política. En circunstancias como estas, es importante decir firmemente, usando un poco de retórica maradoneana, que “la camiseta no se mancha”.