Héctor Béjar, exmilitante del Partido Comunista Peruano, fundador del Ejército de Liberación Nacional, miembro del SINAMOS, hombre de izquierda de toda la vida, cree que las reformas propuestas por el gobierno de Martín Vizcarra no resolverán la crisis y denuncia que en medio de este debate se están subastando las riquezas del país.
—Muchos analistas consideran que estamos llegando a una situación límite y que el fujimorismo con sus resistencias a las reformas estaría caminando a su suicidio político ¿usted cómo ve la situación?
—Yo no la veo así. Yo creo que hay una situación límite, pero eso cubre no solo al fujimorismo sino también al gobierno actual de Vizcarra. Ahora, ciertamente, Vizcarra tiene un porcentaje favorable en las encuestas, pero eso se debe a un gesto que es, desde mi punto de vista, falso, porque está proponiendo cuatro reformas que no son reformas. Que, al contrario, son retrocesos.
—¿Por qué?
—Por ejemplo, está proponiendo que acabe la autonomía del Consejo Nacional de la Magistratura que ahora va estar sujeto al Poder Ejecutivo… En vez de tener una sola cámara de gente que ya está repudiada, vamos a tener dos. El otro asunto tiene que ver con la vinculación de los llamados partidos con inversiones extrañas, pero eso no necesita referéndum. Eso ya se debió hacer hace rato, para eso el gobierno tiene procuradores y fiscales que ya deberían estar investigando a esta gente, comenzando por Keiko Fujimori y una enorme cantidad de grupos que incluso están compitiendo impunemente en las elecciones. Ah, y la no reelección de congresistas, por supuesto, eso tiene el apoyo del país. Yo lo que creo es que con la cobertura del denominado referéndum se está engañando a la gente para pasar un programa de gobierno, que se está realizando en la práctica, y que consiste en la mayor entrega de los recursos a empresas que todos conocemos. Como el caso de las concesiones mineras en el sur y la reducción de las regalías petroleras, etc., etc.
—¿Esto demuestra que el MEF sigue mandando en cuanto a política económica?
—Por supuesto. Y, en realidad, el Ministerio de Economía no manda, el que sigue mandando es el Fondo Monetario Internacional.
—Keiko Fujimori habla de un posible golpe de Estado al referirse al posible cierre del Congreso. ¿Qué opina usted?
—Bueno, lo que la gente quiere es el cierre del Congreso, pero lo que la gente no sabe es que aun si el Congreso se cerrara, desde el punto de vista estrictamente constitucional, en realidad no se cierra porque sigue funcionando la Comisión Permanente, lo cual es peor porque se reemplaza al Congreso por una dictadura dentro del propio Congreso, en manos del fujimorismo, por supuesto.
—El plazo dado para la aprobación de los proyectos de ley vence el 4 de octubre. Todavía no hay visos de que “las reformas” sean aprobadas. ¿Qué cree que pueda pasar?
—En realidad me niego a hacer pronósticos. En el Perú uno nunca sabe qué va pasar. Aquí todos los adivinos fracasan. Entonces no me atrevo a decir. Lo que le sí digo es que lo que está tratando de hacer el Congreso es no decir no, pero tampoco decir sí. Es decir, quizá apoyo algunas preguntas, pero cambiadas, filtradas, pero como le digo eso no tiene importancia en la práctica. No tiene importancia, porque las demandas del Perú reales son por una efectiva campaña anticorrupción que no se está haciendo en este momento. La fiscalía sigue paralizada, los corruptos siguen paseándose en las narices de todo el mundo, las elecciones municipales son un asco, porque todos los candidatos corruptos están sueltos en plaza, entonces de qué estamos hablando.
CHÁVARRY
—Hay una protección en el Congreso al fiscal Chávarry. ¿Cómo ve la situación de este fiscal?
—Seguramente el señor Chávarry es un operador del alanismo y del fujimorismo, pero el caso no es solamente Chávarry. Hay que hacer una desratización en el Poder Judicial. Lo que se ha mostrado en los audios sobre los jueces es una norma en todo el país, el arreglo persona a persona, el engaño de los concursos falsos, el meter a los parientes en los cargos públicos cuando uno tiene poder, etc., etc. Todos sabemos que en el Perú esto existe a todos los niveles: en el gobierno, en la oposición, arriba, abajo y en todas partes. Y supongo que, si se decide hacer una suerte de cambio o una revolución cultural en el Perú, eso es algo mucho más grande que cuatro preguntas en un referéndum.
—¿Si las reformas no alteran el orden de cosas por qué el fujimorismo se resiste tanto?
—Pero para nada… lo que pasa es que, durante el debate de la Constitución de 1993, debido a la presión internacional, se vieron obligados a incluir una serie de principios o normas democráticas de la globalización; es decir, la Defensoría del Pueblo, el hábeas data, la participación popular, que es precisamente lo que se están volando ahora, con el pretexto de la reforma. Por ejemplo, ya no va haber participación de la sociedad civil en el Consejo de la Magistratura, por decir una sola cosa.
—Insisto ¿por qué la resistencia del fujimorismo?
—Porque ellos están en pánico por la situación de Keiko, la probable investigación de (Joaquín) Ramírez y todo lo que nosotros sabemos. Eso es lo que ellos quieren evitar, nada más que eso. Aquí no se están jugado reformas, acá hay dos grupos de poder en pugna. El grupo que representa a los financistas y a las trasnacionales, que fue el grupo de Kuczynski, parte del cual continúa en el gobierno, y el grupo de las mafias emergentes y corruptas. Ambas son igualmente corruptas. La diferencia es que hay una corrupción internacional y una nacional, esa es la diferencia, eso es lo que se está jugando en el Perú. Son dos grupos que se están peleando, lo que pasa es que no hay conciencia de esto, la gente está muy confundida, no se le dicen las cosas… Es una situación muy especial, para mí esta es la primera vez que pasa algo así en el Perú. Este engaño, esta capacidad de fingir ante la gente, francamente no la había visto hasta este momento.
—Estamos en una situación límite entre dos grupos de poder antagónicos…
—Exactamente, ahora no sé si es límite. Uno diría límite en la medida en que hay una fuerza tercera que se va a convertir en primera y va a barrer con todo esto, pero yo no la veo ahorita.
—¿Entonces, no se puede replicar un escenario como el de 1964 cuando a Belaunde le vacaron a su primer gabinete y entonces vino una sucesión de ministros censurados, lo que creó una crisis de gobierno?
—Todo eso culminó en 1968, con el 3 de octubre, cuyos 50 años se van a cumplir este año, pero esa situación era muy distinta porque en ese momento la tercera fuerza que operó en defensa del pueblo y la nación fueron las fuerzas armadas. Durante todos estos años el imperio, las corporaciones y los Estados Unidos se han dado el trabajo de desmantelar a las fuerzas armadas, moralmente, políticamente, ideológicamente. No hay nadie quién nos defienda, no hay nadie que defienda al pueblo en este momento…
—¿Y la izquierda no aparece?
—La izquierda es muy débil, también está desorientada, como sabemos está desunida, está muy dispersa, habrá que esperar que vaya tomando conciencia de la situación y se vaya dando cuenta…
—¿Su visión es pesimista? ¿No ve una salida a futuro?
—Pesimista en este momento, no. Yo creo que en el futuro claro que hay salida, pero en este momento no soy pesimista, soy realista, a no ser que esté equivocado. Ojalá que estuviera equivocado y que haya una fuerza que sea capaz de crear una nueva situación, pero no lo veo en este momento.
UNA SOCIEDAD EN LA QUE PUEDA VIVIR
—¿Y cuál debería ser la salida para el Perú?
—Es relativamente sencillo, porque lo que está pidiendo la gente no son grandes reformas, lo que está pidiendo la gente son cosas pequeñas a cumplirse: que haya ordenamiento de la ciudad, que haya limpieza, que metan a la cárcel a los corruptos. La gente no está pidiendo ni socialismo, ni comunismo, nada de eso. Lo que la gente está pidiendo es una sociedad en la que pueda vivir.
Un Seguro Social que funcione, agua, es increíble, son cosas mínimas aparentemente, … que no se contaminen Los Andes. La gente está pidiendo que la dejen vivir tranquila, pero el capitalismo actual es tan angurriento que incluso está contra eso. Como estamos viviendo una etapa del capitalismo tan podrida, mucho más podrida, el capitalismo afecta ya la vida de la gente. La gente quiere que la dejen tranquila y eso es algo que las fuerzas políticas, incluidas las izquierdas, no alcanzan a visualizar.