El ensayista Víctor Hurtado Oviedo precisa que la izquierda pretende una distribución más compartida de la producción social y que la derecha procura que siga la concentración actual. Explica que la propiedad de los medios de producción no está en debate, sino la distribución del ingreso. Aquí otras respuestas lúcidas sobre temas que cunden en la segunda vuelta.
—Ahora, cuando Pedro Castillo está en la segunda vuelta, hay categorías políticas en la discusión cotidiana. Por ejemplo, ¿qué debemos entender cuando escuchamos la palabra “comunismo”?
—El comunismo es un sistema social en el que la propiedad de los medios de producción es común a todos. Las clases sociales y el Estado habrán desaparecido. Este sistema es solo una utopía, nunca ha existido, si no consideramos las comunidades humanas prehistóricas.
—¿Cuáles son las diferencias de las categorías derecha e izquierda en el Perú?
—La izquierda pretende una distribución más compartida de la producción social; la derecha procura que siga la concentración actual. La propiedad de los medios de producción no está en debate, sino la distribución del ingreso. Hay otras diferencias, culturales, pero confusas pues gente que defiende la distribución actual puede ser muy liberal en cuanto a costumbres y derechos. Personas de izquierda pueden ser tan autoritarias como personas de derecha: ni unos ni otros soportan la existencia de las minorías políticas.
—Vargas Llosa ha pedido que votemos por Keiko Fujimori. Ha dicho que, si Castillo gana la segunda vuelta y establece el modelo cubano, no se puede descartar un golpe militar de derecha. ¿Qué defiende Vargas Llosa?
—Pedro Castillo no podría imponer el modelo cubano aunque lo pretendiese, y no lo pretende. Deberá acomodarse a las correlaciones de fuerza que haya en el Congreso y en la sociedad. Ya está dándose cuenta de esto.
—Keiko Fujimori le ha prometido a Vargas Llosa que no se quedará más de cinco años si gana las elecciones y que no liberará a Vladimiro Montesinos. El novelista le creyó. ¿Tan ingenuo es?
—Mario Vargas Llosa está programado para rechazar toda intromisión del Estado en la producción y en la distribución del ingreso. Para él, todo político que represente esta posibilidad debe ser combatido, aunque sea favoreciendo a la mafia más repugnante que existe en el Perú: el fujimorismo. Ya que se entiende ahora con Keiko Fujimori, Vargas Llosa debería publicar la novela La tía Keiko y el escribidor, y Keiko Fujimori podría agradecerle escribiendo El geisho.
—¿Debemos celebrar el bicentenario?
—No. El bicentenario debe ser un motivo para reflexionar sobre el desastre que fue la independencia, en todos los sentidos. Entre 1821 y 1855, el Perú fue un caos de improvisación, militarismo y corrupción. El proyecto más racional fue el de San Martín: establecer una monarquía constitucional según el modelo británico, con un jefe de Estado irresponsable y ministros responsables. Esto habría podido otorgar estabilidad política, en vez del presidencialismo mamarracho que nos hundió. Si el dios de los ateos me da vida (ya lo ha hecho antes), celebraré el bicentenario del triunfo de la revolución de 1855, encabezada por Ramón Castilla e inspirada por políticos liberales, como José Gálvez. Esa revolución abolió la esclavitud y el tributo indígena, y puso orden en la estructura del Estado.