Asombro y algo de sarcasmo está causando en el extranjero el hecho de que, en el Perú, una de las armas de la actual contienda política sea el racismo.
Eso les parece increíble porque, primer lugar, el nuestro es un país mestizo y en segundo lugar porque quienes lo usan son los seguidores de una candidata de origen nipón.
El más reciente caso de racismo son las declaraciones del exministro Carlos Bruce quien explicó, a su modo, las causas del problema respiratorio sufrido por candidato cajamarquino Pedro Castillo nacido en la cordillera.
“Parece que el abundante oxígeno de la Costa le afectó por estar habituado al poco oxígeno de la Sierra”, dijo.
El oxígeno de Bruce
La explicación “científica” de Bruce no es el primero de sus exabruptos raciales porque hace 3 años se burló de que el presidente de entonces no hubiera nacido en Lima.
Para Bruce el término “provinciano” es opuesto a “blanco” como se supone él. Leyendo un poco y mirándose bien le haría enterarse de que tanto en lo que él llama “provincias” como en Lima, hay blancos, negros, mestizos, mulatos, noteconozco, zambos e indios…O zambitos lavados como el propio Bruce.
En su pobre conocimiento del país, el pivote fujimorista hace que el vocablo “provinciano” equivalga a no blanco, ignorante, pobre, retrasado e incapaz de asumir funciones políticas, culturales o sociales de importancia.
Lo más patético son gente como Carlos Bruce y algunos de los que le hacen coro, un machihembrado de orígenes étnicos, que se esmera en mantener estereotipos inventados por ignorantes.
Racismo fujimoriano
El maloliente racismo expelido sotto voce contra Pedro Castillo a quien, por ser cajamarquino, los fujimoristas pintan de ignorante a pesar de ser profesor, es por cierto la principal arma de estos.
Así tiene que ser en vista de la considerable evidencia contra los Fujimoris: el padre en la cárcel por latrocinios y graves violaciones de los derechos humanos y la hija que entra y sale de allí por lavado de activos y liderazgo de una banda criminal.
No es raro. Aparte de la mortandad que causó la dictadura y de su cuantioso robo al Perú, otro de sus espantables crímenes fue la esterilización forzosa de unas 200 mil mujeres de los Andes, en cuyo caso muchos fueron abortos practicados contra la voluntad de las víctimas y está probado que algunas murieron desangradas.
Por la vida, recordemos esto
Como lo denunció Mario Vargas Llosa hace menos de 2 meses, “a la esterilización forzosa se añadía en este caso el racismo y la mentira. Las campesinas no sabían que iban a ser castradas; se les consultaba si querían ser vacunadas o examinadas para averiguar si tenían enfermedades ocultas por las brigadas que enviaba a las comunidades campesinas el Ministerio de Salud, el gran cómplice de este delito colectivo.”
Nuestro premio Nobel recordaba además (el último 8 de marzo) que esta política “fue practicada antaño por los nazis contra los judíos, los negros y otras “razas inferiores”. Tanto los grupos que hicieron campaña “por la vida”—como él mismo— deberían recordarlo hoy mismo.
La campaña fujimorista ha tenido resultados. Un amigo mío me dice que va a retirar sus ahorros del banco y cuando le sugiero que se compre una casita me dice que de tener dos, Pedro Castillo le expropiaría una para entregarla a los pobres.
Esto es falso y ridículo, ni Castillo ni izquierdista alguno lo ha propuesto pero lo que más aterra es el racismo practicado por una población de color y el conservadurismo de miles que nada tienen para conservar.
Esta vez, los fujimoristas chocaron con roca. Pura roca andina, y no pasarán.
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