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Este artículo es de hace 3 años

Bruno Portuguez: Pinceladas por la libertad

El artista plástico Bruno Portugez se ha unido a la campaña internacional ¡Libertad para Assange! Ha realizado un retrato de Julian Assange que rápidamente se ha viralizado por las redes sociales.
Alonso Villagómez Novoa

Julian Assange es un periodista, programador y activista de internet, conocido por ser fundador, editor y portavoz del sitio web WikiLeaks. Cobró notoriedad cuando en 2010 publicó información secreta en su web WikiLeaks, documentos clasificados acerca de los crímenes de guerra presuntamente cometidos por los Estados Unidos en la invasión a Afganistán y a Irak. Para eludir su apresamiento, Assange se asiló en la embajada de Ecuador en el Reino Unido, de la embajada fue expulsado y actualmente está detenido. El gobierno norteamericano acaba de ganar una apelación para extraditarlo y procesarlo. Assange es un periodista que la gran mayoría de sus colegas han descuidado: hacer periodismo de investigación. Es un preso político durante más de una década, está bajo amenaza, su salud y vida está en peligro. La comunidad democrática internacional ha lanzado un llamamiento: ¡Libertad para Assange!

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A propósito del ya famoso retrato de Assange, EL PERFIL conversó con el artista Bruno Portuguez, quien se ha sumado a la campaña por la libertad del periodista.

En su vasta y diversa producción pictórica predominan los retratos, 150 de ellos forman parte del libro “Retrato de Viento y Fuego”, un compendio en donde destacan personajes ilustres de la historia y la cultura peruana, que han sido presentadas en diversas partes del país, como es el caso de “Rostros del bicentenario”, expuestas en la sala de arte del Palacio Municipal y de Cultura de San Isidro (Lima).

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—Usted señaló que su formación fue autodidáctica, ¿que empezó a pintar desde niño?

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—Lo de autodidacta lo dije porque lo medular de mi experiencia lo adquirí en mi niñez y adolescencia. Empecé a dibujar a los 5 años, a los 7 pintaba con lápices de colores y témperas sobre papel, cartulina o cartones. A los 8 años, empecé a copiar las imágenes de las estampas que mi madre me traía de una iglesia cercana, eran representaciones pictóricas de vírgenes, crucifixiones, anunciaciones, cristos y demás temas religiosos y de vez en cuando un tema pagano. Yo los copiaba con pasión y frenesí, nunca imaginé que aquellas pinturas eran realizadas por los más grandes maestros del arte universal: Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel, Rafael Sanzio, Velázquez, Rembrandt, El Greco entre otros, eso lo supe mucho después cuando fui alumno de la Escuela de Bellas Artes de Lima (ENBA), es decir, mi formación fue plenamente clásica. Esos fueron mis referentes primeros, mis maestros silentes y lo siguen siendo.

—¿Qué pintores, estilos y temáticas tuvo como referentes? ¿Algún profesor de la ENBA influyó en su estilo?

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—Lo que me sirvió mucho en la ENBA fue la gran biblioteca y los modelos vivos que había, más no los profesores. En honor a la verdad, solo puedo nombrar al gran Francisco “Pancho” Izquierdo López (1938-2007), quién fue mi profesor de dibujo apenas ingresé y a Antonio Greison, profesor de escultura y quien quería que yo fuese escultor, ambos aportaron en su momento a mi formación académica, sobre todo el primero, a quién considero sin duda el más grande pintor realista del Perú.

—¿Por qué eligió el retrato como expresión predominante de su arte?

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—Retratar es una forma de amistad, de cariño y de agradecimiento. Pero, siempre lo he dicho, soy un pintor que pinta retratos mas no un retratista, dentro de las temáticas pictóricas tengo otros universos, el retrato es solo uno de ellos, tal vez el más conocido y el que me ha dado mayor credibilidad y fama. Considero que el interés por realizar el retrato se lo debo al maestro Teodoro Núñez Ureta (1912-1988), quién me dibujó de cuerpo entero a los 4 años en una guardería de niños, hijos de pescadores y obreros (hoy wawahuasi) en Chorrillos. El retrato dentro de los diferentes temas artístico es el más difícil y el de mayor riesgo, ahí no hay disculpas ni truco que valgan, por lo que muy pocos pintores en nuestro medio y en el mundo se atreven a enfrentarlo. Sin embargo, es un tema que viene desde los albores de la conciencia del hombre, lo que lo hace único y diferente es la proyección humana que imprime quién lo ejecuta, es decir el sello personal, ese atrevimiento de poner el alma y simplemente “derramar el corazón” al retratar, es lo hermoso y lo fascinante de este trabajo. Sin ello, solo sería una expresión fría y repetitiva, eso no va conmigo.

—¿Por qué decidió retratar a Julian Assange?

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—Por su valentía, es un hombre de prensa que desnuda al monstruo por dentro y se atreve a enfrentarlo desde su trinchera y, por otro lado, el cinismo y la desesperación del imperio por querer callarlo y desaparecerlo. Es para mí un gran honor y una alegría inmensa el retratarlo y por medio de ello, pedir su liberación inmediata y absoluta. Y con ello hago eco de las miles y millones de voces en todo el mundo que piden su libertad y arrancarlo de las fauces de la fiera, ese es el gran reto de todos nosotros, preservar su libertad y su vida de este héroe civil.

cuadro de Assange

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—¿Cómo percibe la acogida de este retrato? ¿Qué mensajes u opiniones le envían los cibernautas?

—En primer lugar, es el primer retrato al óleo del 2022. Estoy en plena madurez de mi trabajo y es uno de los retratos más alto que he pintado, estéticamente hablando. La verdad es que ha tenido una gran repercusión y difusión, no solo a nivel nacional sino también en otros ámbitos. No imaginé que pueda trascender tanto mi trabajo. Mi interés es solo contribuir a una causa noble y justa, si con lo que hago puede contribuir a aliviar la situación o la libertad de Assange, me sentiría inmensamente feliz y bien correspondido, ojalá suceda eso, yo solo trato de cumplir a cabalidad con mi deber, no tengo otro interés, me siento honrado y contento por ello.

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—¿Cómo definiría lo que usted denomina su estilo Neo Expresionista en la realización de sus pinturas?

—Como te decía, fui un estudioso apasionado de los clásicos: las formas, la composición aúrea, la luz, las sombras, el claroscuro, la ejecución del dibujo, evidencia una estructuración que viene de los clásicos, por eso creo que sigo siendo un clásico, un clásico moderno.

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Luego pasé rápidamente por el impresionismo, y me detuve mucho más tiempo en el postimpresionismo, donde la figura grandiosa y extraordinario de Van Gogh me cautivó. El muralismo mexicano y sobre todo el gran pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín (1919-1999) me dieron la pauta para seguir avanzando en mi carrera. Pero lo que definió mi interioridad y mi estética, fue conocer mi país, mi realidad, la vida, por eso abracé el expresionismo, pero no el expresionismo clásico, donde todo es oscuro, tétrico, con olor a muerte, individualista, dramático y sobre todo retrospectivo, sino por el contrario, un nuevo expresionismo con luz, con color, con fuerza, involucrando lo colectivo, las luchas, los sueños, con fe, con optimismo hacia el futuro, directo hacia la vida. Me atreví a abrir un nuevo camino y estoy transitando en ello.

La mayoría de los últimos personajes que ha pintado, son representantes de los sectores populares o íconos de la cultura popular. Su arte tiene una definida orientación popular.

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Yo provengo de un sector popular, crecí entre pescadores, obreros y campesinos. El barrio donde nací no contaba con lo más elemental para vivir: agua, desagüe, luz, pista o veredas, mi casa era de barro y techo de esteras. Luego viajé por gran parte del Perú, a veces a pie o en las tolvas de los camiones, sin dinero, pero con harto frío y hambre, lo que más me dolió y me marcó para toda la vida fue conocer a nuestro pueblo, hambriento, mísero y la tremenda desigualdad social y económica que existe hasta ahora, eso lo viví en carne propia.

Por eso pinto siempre lo que he vivido, lo único que he hecho es poner la fuerza y los sueños de quienes pinto y también sus luchas. ¿Cómo entonces pintar pajaritos, caballitos, o manchitas? ¿Por qué motivo evadirme de mi realidad? ¿Soy un hombre o una cosa? ¡NO! Soy un hombre con una gran responsabilidad y un gran amor hacia mi pueblo y mi país. Para pintar al pueblo hay que ser un bravo, no es cosa fácil, muy por el contrario, se requiere para ello gran dominio de los elementos plástico: un gran dibujo, dominio de las proporciones anatómicas, alta penetración psicológica, dominio de la armonía de los colores, excelente composición, equilibrio de la luz y las sombras, gran fuerza y real sinceridad. Muchos lo han intentado y han fracasado rotundamente, solo pintaban muñecos, sin aliento, sin espíritu y sin vida. Por eso es más fácil pintar tubos, manchas, o expresiones banales y decorativas, bien hechas, son buenas pinturas, por cierto, pero no arte.

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Desde que empecé a pintar hasta ahora sigo pintando lo mismo, nada ni nadie ha desviado mi camino, sigo la senda establecida por mi ideal, por mis sueños por mi libertad que son los de la gran mayoría del país. He tenido oportunidades de cambiar de rumbo, pero a cambio de vender mi dignidad, mi fe y mi trabajo, supe soportar el vendaval de la miseria, de la estupidez y de la invisibilidad, he pasado el nefasto puente donde mora la ignorancia y la vanidad, y hoy, me siento depositario del gran cariño de los jóvenes, niños y adultos, es decir de nuestro gran pueblo peruano y también de otras latitudes.

—¿Realizará alguna exposición en galería o en feria cultural?

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—Sí, efectivamente, tengo ya algunos compromisos establecidos y otros por concretizar. En febrero en Puno; abril, mayo y junio en Lima, entre otros. Sigo con el gran proyecto del cuarto tomo de mi libro “Retratos de viento y de fuego”, con 150 retratos nuevos, ya tengo más de 80 nuevos retratos. Alterno mi trabajo plástico con algunas entrevistas, conferencias y clases en la Universidad Ricardo Palma.

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