El volumen se esmera en sacarle provecho a grandes cantidades de datos insinuados, conocidos y recurrentes sobre el expresidente Pedro Castillo y la actual presidenta Dina Boluarte, vicepresidenta del frustrado gobierno. Es un relato presuroso ganado por la primicia que finalmente queda a medio camino entre lugares comunes y pisca del trabajoso camino periodístico.
Está conformado por seis capítulos. Salta a la vista la peculiaridad de una investigación periodística donde las referencias llaman la atención. En primer lugar, porque rompe el estándar de las investigaciones donde el cuidado de las referencias no pasa de ser una mera formalidad. En segundo término, no son fuentes con valor intrínseco sino dichos y datos construidos por quienes lo propalaron como el caso de Mauricio Fernandini quien no quiso ser grabado.
El punto de partida organizador está conformado por tres preguntas que son la columna vertebral del libro “¿Qué lleva a un hombre tramar un acto absurdo que termina encerrándolo en la cárcel? …¿Quién es en verdad Dina Boluarte? …Pero, ¿son en verdad ambos personajes tan diferentes como se presentan, para sus propios fines e hinchadas?” Son preguntas pertinentes que suponían una panoplia de recursos metodológicos que el oficio del periodista permite graduar para lograr su propósito. Pero las respuestas encuentran verdaderos escollos que conducen a pensar y volver a pensar en el proceso peliagudo de las investigaciones periodísticas, un trabajo intelectual que exige dosis de creatividad.
Las cosas no quedan allí. Las hipótesis, la búsqueda, la discriminación y selección de fuentes sin descuidar su relevancia y cotejo son asuntos cruciales que bien organizadas le brindarían coherencia a la investigación. El soporte que le dote consistencia siempre será la realidad que, dicho sea de paso, no se construye sino se recoge mediante los conceptos elegidos para el análisis. La verdad de la investigación, en este sentido, no se construye ni se inventa, radica en la contrastación con los hechos.
Sobre el personaje. La descripción de la falta de ubicación y familiaridad con el uso y manejo de los menajes de la Casa de Gobierno puede ser un descubrimiento de quien no conoce al hombre del mundo andino, su hábitat y su vida familiar en una casa de adobe con cercos de piedra y tapia. No es cosa de adivinos que sus precarios ocupantes no prefieran el comedor sino la cocina como el lugar habitual. Las costumbres dietéticas variadas que incluyen el cuye, el caldo de cabeza, la pachamanca, el picante de queso, etc., no son desconocidos para los excursionistas limeños. Tampoco para el periodista que relata que a la señora Merkel le guste la sopa de papa.
El asombro expresado a troche y moche sobre las falta conocimiento de la estructura del Estado, el sistema administrativo y los mecanismos del funcionamiento de poder sin duda fuera del alcance del expresidente no es una novedad. Solo basta asomarse a las cifras oficiales maquilladas y los informes para organismos oficiales elaborados por la burocracia. La tantas veces repetida deficiencia en lectura, escritura, razonamiento matemático y sistemas sociales es un problema inherente a nuestro calamitoso sistema educativo que nadie se ha dado el trabajo de revisar. ¿Es posible que ningún crítico se ha dado el trabajo de mirar la inequívoca coincidencia entre las publicaciones en revistas indexadas y las calificaciones científicas y profesionales de nuestros intelectuales, gobernantes y administradores? ¿Quiénes toman las decisiones importantes en torno a la política financiera que requiere la educación? A veces se omite lo fundamental.
Que Pedro Castillo y Dina Boluarte son plagiadores compulsivos y que en este punto sus mentiras lo hacen más cercanos y parecidos no es un descubrimiento. ¿Hace falta una lista de los doctores “corta y pega” para llenar páginas a modo de descubrimiento o denuncia? ¿Y saben los lectores por qué todas las noticias sobre plagios y fraudes académicos no ha tenido ninguna repercusión, ninguna consecuencia práctica y ninguna condena real? Porque las más “encumbradas” autoridades han llenado sus volúmenes libros publicados con capítulos, páginas, párrafos y frases saqueadas impunemente de fuentes ajenas olvidando citarlas.
Situar a los personajes Pedro Castillo y Dina Boluarte en el marco de un sin número de desaciertos y las calamidades de gobiernos frágiles, corruptos y sin norte es el descubrimiento de la pólvora. Luego de una lectura en busca de algunas explicaciones que conduzcan a entender el meollo de nuestros pésimos gobiernos y las peripecias en las que los lectores estamos entrampados a la hora de elegir nos quedamos ayuno de respuestas. Regodearse en minucias descuidando los problemas centrales de la matriz social que nos une y el camino histórico que no podemos hacer demandan reflexiones, concurso de autores y lectores apasionados. También polémicas y debates acompañados de autocrítica sin tregua a la mediocridad.