Asombrado y poco acostumbrado a enfrentar lecturas extensas y sobre todo reflexiones acuciantes respecto de tantos temas les propongo una referencia informal del libro que tengo al frente: Hurtado O., V. (2022). Otras disquisiciones. Edición Definitiva, reducida y aumentada. Artífice.
No es fácil atreverse a perpetrar la recensión de un libro inusual por su claridad y magisterio sin caer en vaguedades. Queda la justificación de modesto homenaje a un periodista que nunca renunció al oficio para continuar aprendiendo, prendado y prendido de la investigación. Asumiré el recurso de ser lector profano que ha intentado la docencia. Persistir en la vocación de leer a los que saben pensar y escribir acicateando con dardos punzantes a los que pasan por sabios y se pasean atosigando con sus chácharas.
Los dos volúmenes de principio a fin son acordes directos a los oídos y escalpelos dirigidos a la entendedera, si eso es posible, los que concentran textos ordenadamente tejidos en una trama concebida como un todo y trabajada con pasión. Para ser leídos de a pocos. Porque en este caso los textos han tenido la virtud de juntarse para formar una sinfonía. El concierto de Víctor Hurtado Oviedo nos deja sin respiro al ritmo del bolero de Armando Manzano y del jocundo son del inquieto anacobero Daniel Santos.
El compendio de textos como el que reseñamos no se gesta el día que se escribe, se revisa, se edita y se publica. El gran libro comenzó la primera mitad de vida de Hurtado en Lima cuando estudió Historia y dejó para dedicarse al periodismo y la otra enorme fragua está en Costa Rica y su dedicación al trabajo.
Sus exquisitas referencias de cultores de la literatura, la ciencia y periodismo denotan formación asumida, vivida y procesada para escribirlo con música y escenario, de modo que ni Agustín Lara, ni Toña la Negra ni Dámaso Pérez Prado se sentirían extrañados. Es un escritor integrador e integral que ha sabido conjugar, sentimiento, pensamiento y ritmo. Un bocado para entendidos. Acuciosa, extraña y enigmática manera de criticar y enseñar sin dar lecciones de pontífice. Los jóvenes que se acerquen sinceros como son podrán leerlo con la frescura y desprejuicio.
El lector que viva estos textos puede percibir, pensar y soñar inspirado por la plétora de mensajes y sugestiones que suelta el autor a cada paso como si supiera, y seguro que lo sabe, el ritmo las vivencias del lector. Con una cultura neurocientífica practicada para inducir ejercicios de cognición, de sentimiento y sugestiones que hace pensar, discurrir y hasta perderse. La claridad es su virtud, pero algunas veces esa claridad ciega, deslumbra al lector.
En el fondo y la forma de estos textos conviven filosofía, literatura historia y biología de una manera llana y simple pero sistemática. Autores, textos y épocas descuellan por el dominio de quien sabe estudiar. Y una cuestión de mayor envergadura tiene que ver con el dominio de la palabra trabajada en el oficio de escribir y los conceptos como granos de pensamiento cuya distinción y claridad se logra no solo con el oficio sino con modo de pensar. La palabra elegida y trabajada para transmitir conceptos adecuados a fin de obligar el cuidado de la verdad. No vale sólo la sinceridad.
Libro dividido en dos volúmenes. Conformado por artículos periodísticos escritos desde el inicio pensando en que ellos mismos encuentren su afinidad conformando ocho capítulos que traducen la vocación del autor por conseguir, claridad, comunicación sin intermediación, despertando a cada paso al lector por si pierde el compás. Es de lectura fácil dirían algunos, pero conmueve las emociones y el pensamiento sin descanso. Extraño libro que se hace asimismo a partir de persistir en la vocación de autocrítica despiadada, perfeccionamiento constante de la sensibilidad cuidando no ofender y esgrimir lecciones sin aires de pontífice. Una docencia alejada de pose docta.
Trae a la memoria personas sobresalientes que huyeron de su patria escapando de la persecución, de las carencias, intelectuales honestos hasta el delirio que tuvieron que abandonar su universidad copados por aquellos intelectuales ganados por la comodidad. Y Hurtado como por esencia está por encima del resentimiento, de la inquina y de las pasiones que impiden crear ha hecho lo suyo puliendo la forma y el fondo del idioma en que escribe sin tregua a la huachafería. Sin aspavientos, sin pontificar en cada párrafo desliza como quien no quiere o queriéndolo, lecciones que envidiarían a don Lázaro Carreter. Con una ironía desbordante y una sensibilidad desconcertante.
Sus reflexiones no son insinuaciones a medias menos sugerencias al desgaire. Son directos al plexo si no es al mentón a quienes escribimos sin cuidado y a los escribas de paga puntual y mensualidad que abundan. Ni una palabra para agredir ni otra para ofender, así como se fue de Perú porque aquí no existe lugar para los que piensan por cuenta propia, se fue a la tierra del inquieto anacobero a escribir en ese ritmo jocundo y puntilloso. Es un ejemplo y un regocijo encontrar una forma de gozar la vida escribiendo.
Invito a los estudiantes optimistas que gracias a su resiliencia siguen soportando el mal tiempo y el mal peruano para comenzar a leer este libro por cualquier parte y en cualquier lugar sin pensar que es un catecismo, un diccionario o un manual sino el Cantar de los Cantares, la trilogía de Miller o Canto Coral a Túpac Amaru.