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Este artículo es de hace 6 años

Bolivia, el mar seguirá siendo una ilusión

La Corte de La Haya rechazó la demanda de Bolivia contra Chile para negociar una salida al mar por 12 votos contra tres
Guillermo Giacosa
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Guillermo Giacosa
Rosario, Argentina (1942). Ha trabajado más de 30 años en distintos medios de comunicación de Argentina y Perú. Ha sido asesor del director general de la...

Después del fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el único camino que queda es el restablecimiento completo de las relaciones diplomáticas al más alto nivel entre Bolivia y Chile.

En tiempos menos oscuros podríamos augurar la cooperación honesta y solidaria de América Latina y, en especial, de la UNASUR. Hoy, zarandeados por el ascenso de la derecha al poder, a los puñetes como en Brasil o Paraguay o vía elecciones como en Argentina, es mucho más complejo imaginar un espacio propicio para la solidaridad y la cooperación.

Las estrategias políticas del presidente Trump, en lo que me parece propio llamar su "diplomacia emocional" no verían con simpatía que alguien apoye a Evo Morales, luego del audaz discurso que este mandatario lanzó en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Valiente y digno sin lugar a dudas, sobre todo después de padecer al presidente Macri en su condición de primera ra marioneta de la superpotencia en esta área del planeta.

Es verdad que la valentía y la dignidad nos llenan de una emoción intensa pero transitoria que luego puede convertirse en un caos permanente. Hasta Maduro, sin ser tibio, fue más amable que Evo. Ojalá ese hecho no pese en la inevitable e indirecta intervención de los Estados Unidos en cualquier negociación que le acerque ruidos extraños y posiblemente incomprensibles para ellos, originados en su patio trasero.

Pasé dos meses en Bolivia, para un seminario de UNESCO, en 1962 y llegar desde la frontera Argentina hasta la ciudad de Sucre nos tomó cinco días viajando en un enorme camión descubierto en el cual padecimos, simultáneamente, frío y soroche, especialmente en las alturas de Potosí. Habíamos comprado pasajes de tren pero en dicho medio de transporte debíamos permanecer de pie durante dos días sin siquiera un espacio para ubicar nuestras mochilas. Mi impresión, en aquel momento, fue que estaba haciendo un viaje en el tiempo, tal era el atraso que mostraba la patria boliviana. Hace poco volví a pasar y llegué a pensar que mi memoria me estaba, engañando o que me había confundido de país.

Era otro el paisaje, otro el nivel de vida, otra la actitud de la gente. Vi escuelas, teleféricos de ciencia ficción, hospitales y toda una serie de adelantos que me produjeron una euforia que de algún modo me estaban diciendo que valía la pena esforzarse por mejorar el mundo en el que vivimos.

Esperaba, luego de la sorpresa vivida, que el fallo de la CIJ permitiera que el pueblo boliviano tuviera acceso al mar. No fue así y ahora sólo nos resta invocar al sentido común de ambas naciones que indica que siempre es posible, si escarbamos la realidad con espíritu creativo y sin prejuicios, lograr una solución que satisfaga y beneficie a ambos pueblos.

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Rosario, Argentina (1942). Ha trabajado más de 30 años en distintos medios de comunicación de Argentina y Perú. Ha sido asesor del director general de la Organización de las Naciones Unidas (UNESCO) en temas de juventud y ha asistido a proyectos en África, Europa y América Latina. Ha publicado los libros Jugar a vivir (2005) y Sábados en familia (2008). Recibió el Premio Peter Berenson de Amnistía Internacional por su defensa a los Derechos Humanos.