Con las calles desiertas, sin autos, buses, ni metro, la ciudad de Buenos Aires fue fiel reflejo del éxito del paro nacional convocado por la Central General de Trabajadores en contra de la política neoliberal de Mauricio Macri, el mandatario que llegó a Nueva York para solicitar a los jefes de las finanzas mundiales que no lo dejen solo ante la crisis que ellos han ayudado a impulsar con sus políticas de ajuste.
La situación es tan crítica para el presidente que se vio obligado a sacrificar a uno de sus hombres de confianza, el presidente del Banco Central, Luis Caputo, a quien se culpa por dilapidar 15 mil millones de dólares para frenar la caída del peso, en apenas tres meses de gestión.
El paro de los trabajadores puso al descubierto el creciente rechazo al programa de ajuste económico implementado por el Fondo Monetario Internacional, que amenaza con llevar a la economía argentina a una feroz recesión. "Dicen que se perdieron 30 mil millones de pesos; es mucha plata, pero cuánto se están llevando los que apuestan al sistema financiero", se preguntó un dirigente sindical al cuestionar las políticas que afectan a los trabajadores y a la industria local.
Héctor Daer, dirigente de la CGT, dijo que "en estos meses hubo una devaluación que pulverizó nuestra moneda, aumentaron los precios, se dolarizaron las tarifas, los servicios y los alimentos". Lo cierto es que el valor del dólar se duplicó frente al peso y la inflación se elevó a cerca del 40 por ciento en apenas seis meses.
El panorama para Macri no puede ser más complicado. Sus afanes de reelección parecen estar pulverizados, el proclamado "Ciudadano Global 2018" por el ultraconservador Atlantic Council, le bajó el pulgar a Caputo a pedido de Christine Lagarde, la jefa del FMI, que había cuestionado su actuación al señalar que el organismo busca que la política monetaria argentina tenga "claridad, transparencia e información apropiada para los operadores de mercado".
A pesar que Caputo presentó su renuncia "por razones personales", los círculos de poder aseguran que la decisión fue tomada en Nueva York para facilitar las tratativas de un nuevo acuerdo con el FMI. La sumisión de Macri quedó evidenciada con estas palabras: "Lagarde estaba muy contenta con la designación de (Guido) Sandleris y con los nuevos nombramientos". Sandleris es el reemplazante de Caputo.
Eso no fue todo, el presidente argentino llevó su obsecuencia a niveles que avergüenzan cuando se refirió a la relación de la directora del FMI con su país: "Es cálida y muy profesional. Se ha encariñado mucho con Argentina, con nuestra forma de ser. Respeta mucho a Nicolás (Dujovne)". Dujovne es el titular de Economía.
La disputa entre las facciones de poder en Argentina, revelan aselas diferencias acerca de cómo manejar las divisas entregadas por el FMI. Caputo fue acusado de dilapidar 15 mil millones de dólares. Y es que realizó subastas de reservas para detener la caída de la divisa, intento en el que fracasó y en el que se gastó casi la totalidad del desembolso.
En verdad, al Fondo y a sus jerarcas, no les importa hasta donde puede subir el tipo de cambio y por eso quieren limitar la venta de dólares en el mercado cambiario. Ellos quieren que esos dólares sirvan para garantizar el pago de los intereses y capital de la deuda. En la disputa entre un tecnócrata que quiere parar la devaluación sin ton ni son y los burócratas del Fondo que se aferran a sus bufetes en Washington se juega la suerte del gobierno y la economía argentina.
Ahora el presidente está preocupado en obtener un nuevo acuerdo con el Fondo que le permita respirar por algunos meses, pero nada asegura que el dinero entregado no se evapore en medio de las pujas de los especuladores y agiotistas que dominan la economía del país de Gardel y Piazzola.
Macri tiene la esperanza de que el Fondo entregue unos miles de millones de dólares más y eso le permita ganar tiempo hasta el proceso electoral del año próximo, pero los plazos se le acortan. El fantasma del kichnerismo aparece más recurrente a medida que se acerca la cita crucial en la que los promotores del neoliberalismo pueden morder el polvo de la derrota.
SIN TREGUA
"Si no hay plan B, desde acá decimos que tampoco habrá tregua", afirmó el dirigente de la CGT, Juan Carlos Schmid, al confirmar que el cuarto paro general que decretó la central obrera tuvo un alto acatamiento. En tono desafiante, advirtió que "se ha expresado de forma contundente, a lo largo y ancho el país, el profundo rechazo a las consecuencias de este trazado económico".