Un nuevo documento aprobado por el Vaticano permitirá que los seminarios en Italia admitan a hombres homosexuales, bajo ciertas condiciones. Este cambio, que se implementa como parte de un programa experimental de tres años, establece que los candidatos deben comprometerse a vivir en celibato y no apoyar la "cultura gay".
El documento, titulado "La formación de los presbíteros en Italia" y publicado por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), subraya la importancia del celibato y detalla que no se admitirán a aquellos que practiquen la homosexualidad o tengan tendencias homosexuales "profundamente arraigadas", una política similar a la del "Don't ask, don't tell" utilizada por el ejército estadounidense, que obligaba a los soldados a ocultar su orientación sexual.
Sin embargo, introduce una novedad: el discernimiento sobre la orientación sexual de los candidatos no debe ser el único criterio evaluativo. Según el texto de 68 páginas, es necesario analizar la personalidad del aspirante en su conjunto y su capacidad para integrar los valores de la vocación presbiteral.
Entre las directrices adicionales se incluye la prohibición de admitir a aquellos involucrados en casos de abuso y la posibilidad de recurrir a la psicología y la psicoterapia durante la formación. Además, se permite la participación de mujeres en el proceso formativo.
"Apertura significativa"
El padre James Martin, conocido defensor de los derechos LGTB+ dentro de la Iglesia, calificó esta medida como un paso adelante. En un comentario difundido en redes sociales, el jesuita destacó que este es el primer documento aprobado por el Vaticano que sugiere que hombres homosexuales pueden ser admitidos al seminario si demuestran llevar una vida sana y casta. "Es una apertura significativa", afirmó.
Sin embargo, sectores más conservadores minimizan el alcance del cambio. De acuerdo al diario Avvenire, portavoz de la Conferencia Episcopal Italiana, las reglas no han cambiado sustancialmente respecto a las directrices establecidas en 2005 bajo Benedicto XVI y ratificadas por Francisco en 2016.
Este nuevo enfoque llega en un momento en que la administración de Francisco busca equilibrar su doctrina tradicional con una mayor apertura hacia las realidades contemporáneas, pese a que el año pasado el Sumo Pontífice enfrentara críticas tras conocerse que, durante una reunión con obispos italianos, utilizó un término despectivo al referirse a la homosexualidad en los seminarios.