Por: Andrés Gil
Manuel Canelas es el ministro de Comunicación boliviano. Nació en Caracas hace 37, durante el exilio de sus padres en Venezuela tras el golpe militar de Luis García Meza, creció en Bolivia cuando regresó tras el fin del régimen militar en 1984 y se licenció en España como politólogo en la Complutense, además de cursar un máster en el Instituto Ortega y Gasset.
Canelas regresó a Bolivia en 2012, y en 2014 logró un escaño como diputado –se convirtió en el primer diputado boliviano abiertamente homosexual– por el MAS, el partido de Evo Morales. Entró en el Gobierno en febrero de 2018 como viceministro de Planificación, y en enero de 2019 ha pasado a ser ministro de Comunicación.
Este jueves se reúne en Montevideo el grupo internacional de contacto para la crisis de Venezuela, en el cual se encuentran Bolivia, Uruguay, México, Ecuador y países europeos como España, Italia o Portugal, entre otros. Y Canelas atiende por teléfono a eldiario.es a 48 horas de esa reunión.
¿Cómo llega Bolivia a la reunión del jueves? ¿Cómo ven la situación?
Tenemos mucha preocupación. La situación es complicada. Yo creo que tenemos que agotar todos los esfuerzos para encontrar alternativas a la vía militar, a la vía de la injerencia de Donald Trump acompañado por algunos presidentes de América Latina. La situación en Venezuela no va a mejorar con una intervención militar ni instigando un golpe de Estado.
¿Cómo ven a Nicolás Maduro?
Nosotros consideramos que Maduro es un presidente legítimo, fruto de unas elecciones. Pero incluso entre los críticos con Maduro, nadie va a estar de acuerdo en que la situación pueda mejorar con un levantamiento armado y un golpe militar.
Los observadores más honestos saben que el chavismo tiene fuerza. En las anteriores elecciones, en contra de lo que se dice, sí hubo oposición, y la gente en general sabe que el chavismo mantiene fuerza. Si eso es así y se provoca la vía militar, habrá una violencia mucho mayor o, algo peor, una guerra civil.
Nosotros consideramos que ese no es el camino, por eso apostamos por el encuentro promovido por México y Uruguay, y veremos si podemos avanzar por esa vía, la del diálogo.
La UE acude a la reunión con una exigencia clara de elecciones, que es la que ha llevado a una veintena de países a reconocer a Juan Guaidó como presidente interino.
Lo que nosotros hemos dicho, como otros Estados latinoamericanos, es que lo que se promueva debe ser para dar soluciones desde la región y el diálogo. El presidente Maduro ha dejado claro el otro día en la entrevista con Jordi Évole en La Sexta que el diálogo es abierto, sin condiciones previas, y lo dice tras insistir Évole: que no hay condiciones previas ni exclusiones. Lo primero es el diálogo, es el camino para la solución en Venezuela.
¿Y cómo ven el papel desempeñado por la Unión Europea y los países europeos que han reconocido a Guaidó?
Nos sorprende, y no favorablemente. Es absurdo que reconozcan como presidente a alguien que no tiene recursos para ejercer, que ni se ha presentado a unas elecciones ni tiene legitimidad más allá que para ser diputado, que no ha ganado ni se ha presentado a ninguna elección.
Y luego está el asunto de la ayuda humanitaria: los mismos que han impuesto sanciones económicas que han empobrecido a la población ahora dicen que facilitan ayuda humanitaria.
Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis, y opositor a Maduro ha contado cómo las sanciones hacían mucho daño a la gente, y no castigaban al Gobierno. Y que quienes han puesto sanciones, hablen ahora de ayuda humanitaria es bastante notable. El camino no puede ser reconocer a un diputado que no se ha presentado y es un misterio su programa.
¿Qué opina de la actitud del Gobierno de Pedro Sánchez, a la cabeza de la UE por reconocer a Guaidó?
La pregunta a cualquier Gobierno europeo con los vínculos tan estrechos con América Latina es si consideran que a través de una guerra civil o una intervención va a mejorar la situación en Venezuela.
Haberse comportado de forma tan parcial ha hecho que España pierda su capacidad de interlocución más amplia. Hacer valer esa condición de interlocutor más amplio que tuvo el presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
Es paradójico que Pedro Sánchez sea tan duro con Nicolás Maduro cuando el presidente Rodríguez Zapatero ha asistido a Venezuela a las elecciones como observador. Nos sorprende mucho y España pierde una capacidad de interlocución mayor.
Expresa muchos temores a una intervención extranjera o a injerencias que desemboquen en un golpe militar. ¿Cree que existe un riesgo real?
Cuando el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, y otras altas autoridades hablan de tropas; cuando se ve a países vecinos alentar a romper la disciplina constitucional y levantarse en armas contra el Gobierno, es difícil pensar que no se contemple escenarios de violencia.
Todos partimos de que Venezuela está en una situación compleja, y cuando ves lo que dicen Bolton y los demás, nos preocupamos y nos tomamos en serio el riesgo.
¿Qué espera de la reunión del jueves?
Habrá una hoja de ruta y veremos cuántos consensos se producen y cómo se fortalece esa línea de acción en torno al diálogo con la aspiración de que haya más.
¿Qué cree que aporta la presencia de la UE en esa reunión?
Es útil en el sentido de que la crisis en Venezuela se ha vuelto una cuestión de interés internacional, pero los protagonistas tienen que ser los venezolanos. En la medida en que requieran el acompañamiento de la región, la región tiene que estar muy predispuesta para el diálogo, y que algunos países estén dispuestos a violencia, es preocupante. Es fundamental el protagonismo venezolano, el protagonismo de la región acompañando y el de aquellos que coadyuven con la vía del diálogo, como el papa Francisco o el secretario general de la ONU, António Guterres.
La actitud de Estados Unidos, ¿le despierta fantasmas del pasado?
Si nos fijamos en los antecedentes cuando Estados Unidos ha tenido una presencia violenta en América Latina, podemos estar de acuerdo en que han sido los años oscuros y con más dolor de América Latina. Volver a ese capítulo a través del alentar una intervención violenta nos podría llevar a revivir experiencias que hemos dejado atrás.
Hay un consenso en que es mejor hacerlo entre nosotros; hemos desarrollado en la región una institucionalidad propia que debería mostrar su fortaleza, y sería óptimo fortalecerla para dar la solución a los problemas aquí mismo.