"Ninguna sociedad concreta su destino en el medio de insultos, divisiones y fundamentalmente teniendo al odio como común denominador. Yo vine aquí a terminar con los odiadores seriales", fueron las palabras premonitorias del presidente argentino Alberto Fernández en un discurso por la celebración del Día de la Independencia del país del sur.
Apenas unas horas después, cientos de ciudadanos convocados por el PRO, el partido del expresidente Mauricio Macri, salieron a las calles a manifestarse contra el gobierno actual. Una de las consignas fue el anti-cuarentenismo. Argentinos que, sin ninguna distancia social de por medio, pidieron por el fin de la cuarentena mientras el país vecino atraviesa por una crisis sanitaria con cada vez más casos de coronavirus y muertes confirmadas.
También se volcaron a las calles para defender la libertad de expresión y la propiedad privada ya que, según defiende el macrismo, en la Argentina de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner estas libertades no están garantizadas.
Pese a que Macri se ha mantenido públicamente en silencio desde que en octubre perdió su intento de reelección en primera vuelta, en las sombras designó a Patricia Bullrich, su ex ministra de Seguridad, como la presidenta del PRO. Bullrich, conocida por reprimir violentamente a ancianos, maestros, jóvenes, madres y pobres en cada una de las protestas en contra del gobierno neoliberal de Macri y acusada por presuntamente encubrir el asesinato de Santiago Maldonado a manos de las fuerzas de seguridad, no ha perdido su esencia. La violencia que irradia en cada aparición pública es casi tóxica. Sus discursos se basan en un speech que repite hasta el cansancio: nosotros (el macrismo) somos los buenos y los otros son los malos, los delincuentes y los hijos de puta.
Y de tanto repetirlo, sus correligionarios se lo toman personal y atacan. Quizás por desconocimiento o por miedo, pero atacan. Y ese ataque es letal.
Ayer, mientras se desarrollaba la manifestación anti Alberto Fernández con la buena excusa de celebrar el día de la Independencia (mientras la mayoría de argentinos estaban encerrados para protegerse del mortal virus), el canal de noticias C5N envió a un equipo para cubrir la protesta; sin embargo, fueron brutalmente desalojados del punto de concentración.
Un grupo de salvajes al ver la camioneta de transmisión del canal que, históricamente ha sido opositor al círculo de Mauricio Macri, la rodearon y la llenaron de patadas, golpes y escupitajos, mientras otro grupo le deseaba la muerte y atacaba en manada a los periodistas y camarógrafos de este canal, quienes se encontraban de pie e indefensos en plena calle, armados únicamente con micrófonos y cámaras. Gracias a la ayuda de los trabajadores de otros canales de televisión que también estaban en el lugar, incluidos técnicos del canal más macrista (TN), los trabajadores de C5N pudieron resguardarse en el interior de la camioneta, mientras sus colegas formaron un cordón humano al rededor de la camioneta para impedir que los violentos les hagan daño.
No todo fueron golpes e insultos. También hubo amenazas. Un violento amenazó al periodista Lautaro Maislin, quien se encontraba al interior de la camioneta mientras la turba atacaba. "Vas a empezar a tener miedo, hijo de puta. No vas a poder salir a la calle", le gritó mientras un trabajador de prensa intentaba alejarlo.
Pero como en Argentina todo puede pasar, esta marcha en la que también se pedía por la defensa a la libertad de expresión y a la propiedad privada, terminó con los propios manifestantes impidiendo la libertad de expresión y de prensa y destruyendo la propiedad privada.
Esta agresión auspiciada y motivada por el ala del macrismo más duro, tuvo su broche de oro con un tweet del mismísimo Mauricio Macri. "Libres. ¡Feliz día de la Independencia!", publicó el expresidente adjuntando una imagen de la manifestación.
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"El odio de los odiadores, intacto", la genial columna del periodista Víctor Hugo Morales.
