Por primera vez, un ciudadano peruano se convierte en papa. El Colegio Cardenalicio eligió este 8 de mayo al cardenal Robert Prevost como nuevo sucesor de San Pedro y su elección ha causado una profunda emoción en América Latina, especialmente en el Perú, donde dejó una huella pastoral indeleble.
Aunque nació en Estados Unidos, su vida misionera y su vínculo con las comunidades del norte de nuestro país lo consagran como un pontífice con raíces locales y visión universal.
Prevost asume el pontificado a los 69 años y será conocido como el papa León XIV. Su perfil mezcla la sobriedad institucional con la cercanía pastoral, y su elección representa una continuidad con el legado reformista de Francisco, pero con un estilo más reservado y reflexivo.
Nacido en Chicago en 1955, Prevost llegó al Perú en 1985 como misionero agustino. Aprendió el idioma, abrazó la cultura local y se integró plenamente a la realidad de las comunidades rurales de Piura y Trujillo.
Allí promovió la educación, la justicia social y la formación de nuevos líderes religiosos, consolidando una de las trayectorias pastorales más relevantes en la Iglesia peruana de las últimas décadas.
Un pastor formado entre los pueblos
Su servicio en el Perú fue amplio y sostenido. En la Prelatura de Chulucanas fue canciller; en Trujillo, dirigió el seminario agustino durante más de diez años, enseñó Derecho Canónico, fue párroco, prefecto de estudios y vicario judicial. Su estilo pastoral fue siempre sencillo y cercano, caracterizado por el diálogo, la escucha y una presencia constante junto a los más humildes.
En 2015, obtuvo la nacionalidad peruana por naturalización como signo de compromiso y gratitud hacia el país que lo acogió y al que considera su hogar espiritual. En Chiclayo, donde fue obispo entre 2015 y 2023, impulsó reformas para proteger a menores, mejorar la transparencia y fortalecer la participación de laicos y religiosas en la vida eclesial.
Su liderazgo nacional se consolidó como vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal Peruana (2018-2023), donde se destacó como articulador de consensos y promotor de una Iglesia sinodal y comprometida con los desafíos sociales del país.
Experiencia global, corazón local
Prevost no solo conoce la base eclesial latinoamericana, también ha transitado los pasillos del poder en Roma. Fue Prior General de los agustinos durante dos mandatos consecutivos (2001-2013), y en 2023 fue designado por el papa Francisco como prefecto del Dicasterio para los Obispos, desde donde asesoró directamente al pontífice argentino en la designación de obispos en todo el mundo.
Su perfil combina una sólida formación académica —es licenciado en Matemáticas y doctor en Derecho Canónico— con una impresionante capacidad pastoral y una sensibilidad intercultural. Habla español con naturalidad y entiende profundamente las dinámicas sociales y religiosas de América Latina.
Aunque su nombre ha aparecido en investigaciones vinculadas a la gestión de casos de abusos, ha sido defendido por sectores dentro y fuera del Perú, que destacan su compromiso con la protección de las víctimas y la reparación.
Un liderazgo prudente
Prevost es reservado, reflexivo y pragmático. Prefiere el trabajo silencioso y efectivo al protagonismo. Su elección representa una continuidad con el estilo de Francisco, aunque con un tono más sobrio, institucional y pastoralmente cuidadoso.
Ha mantenido una postura reservada frente a temas controvertidos dentro de la Iglesia, como la ordenación de mujeres diáconos, la bendición de parejas del mismo sexo o el uso de la Misa tridentina.
Su tendencia a “jugar sus cartas cerca del pecho” había generado incertidumbre entre algunos sectores del Colegio Cardenalicio, especialmente entre los más conservadores, que habrían preferido señales más claras sobre su orientación doctrinal.
Para sus críticos, esa ambigüedad representa un riesgo; para sus defensores, una muestra de prudencia y capacidad de escucha en tiempos de polarización eclesial.
Como sumo pontífice, su mirada estará puesta en la reforma interna, el fortalecimiento de las iglesias locales, la sinodalidad y el acompañamiento de comunidades vulnerables.
Conoce de cerca los desafíos de la Iglesia en América Latina: la pobreza, la migración, la violencia, la corrupción y la pérdida de credibilidad. Su experiencia y su cercanía al pueblo lo posicionan como un pastor capaz de guiar a la Iglesia en medio de profundas transformaciones.
La elección de Prevost, papa León XIV, recuerda que la Iglesia no tiene fronteras, y que desde las comunidades rurales de Piura hasta los despachos del Vaticano, la fe puede ser el puente que une culturas, pueblos y generaciones.