En 1957, Rusia y su satélite de fabricación propia "Sputnik" iniciaba la guerra espacial contra los Estados Unidos. Tras los lanzamientos de satélites de ambos países con el objetivo de dominar el espacio, los Estados Unidos se consolidó como el vencedor cuando en 1969 llegó el primer ser humano a la Luna en la misión Apolo 11. Después de más de seis décadas, Rusia ahora se muestra como el ganador de la guerra de vacunas con la "Sputnik V" para la lucha contra el coronavirus.
Hace más de una semana Rusia lanzó la primera vacuna contra la COVID-19 en el mundo, producida por el Instituto Gamaleya y curiosamente llamada Sputnik V, que recuerda al primer satélite ruso enviado al espacio. Sus antecedentes avalan el logro de la nación soviética. La historia demuestra que Rusia ha desarrollado un gran avance en la investigación y producción de vacunas contra diversos males, como la viruela y la poliomielitis. Y aunque, la esperanzadora vacuna contra la COVID-19 se perciba como muy pronta, lo cierto es que la ciencia rusa ha estado explorando el campo desde tiempo atrás. Así, cuando la pandemia del coronavirus, originado en Wuhán, China, empezaba a cobrar relevancia, los científicos rusos se encontraban elaborando estudios en el campo de la virología.
Ante el anuncio del presidente ruso, Vladimir Putin, el martes 11 de agosto, los comentarios no tardaron en llegar por parte de los Estados Unidos. El experto estadounidense en inmunología, Anthony Fauci, cuestionó la seguridad y efectividad de la vacuna, instando a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a evaluar la Sputnik V con cautela y rigurosidad. Y aunque el presidente y el ministro de Salud de Rusia afirmen que la vacuna ha pasado por todas las revisiones necesarias, la fase tres de los ensayos clínicos no ha sido completada. La prueba de la vacuna rusa contra la COVID-19 solo ha sido probada en dos grupos de 38 voluntarios que mostraron respuestas positivas. Sin embargo, 76 personas no son suficiente para definir si funcionará para más de 22 millones de infectados con el virus en el mundo.
Según OMS, existen 43 vacunas contra la COVID-19 en pleno desarrollo a nivel mundial, entre los laboratorios que las desarrollan están las compañías farmacéuticas estadounidenses Jhonson & Jhonson, Pfizer y Moderna. Sin embargo, pese a la cantidad de científicos estadounidense trabajando en la vacuna es probable que se cuente con alguna en el segundo semestre del 2021. En el otro extremo, la vacuna rusa sigue intentando ser aprobada por la OMS. Aquí cobra sentido la frase del médico inglés Ian Jones: "Una vacuna inefectiva es peor que ninguna".
Rusia ya se ha enfrentado a cuestionamientos sobre su avance en la ciencia. Cuando el país soviético produjo la vacuna contra la poliomielitis en la década de 1950, países como Japón le negaron las importaciones, y los Estados Unidos generaban controversia sobre la solución al peor brote de su historia. Pese a las notables y constantes diferencias en las que se encuentra Rusia y los Estados Unidos, el país de Putin ofreció ayuda a la operación estadounidense "Warp Speed", la cual se centra en la investigación del SARS-CoV2 (coronavirus), pero, Trump la rechazó. Los asuntos políticos siguen interfiriendo aun cuando una vacuna podría salvar la vida de millones de personas.
Para algunos, Rusia pudo haber perdido la guerra espacial contra los Estados Unidos, pero lo indiscutible es que, en medio de la pandemia del coronavirus, los rusos han dado un giro esperanzador con el avance de la Sputnik V. En el contexto de la guerra de vacunas, "el gran paso para la humanidad" de los Estados Unidos referido al campo espacial, ahora se ha convertido en "la victoria de la humanidad" en el campo de la salud, como lo afirma el ministro de Salud de Rusia, Mikhail Murashko.