Chile también estaba pronosticado por los gurús desarrollistas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y los propios chilenos, como un país que se desarrollaría a comienzos de este siglo. Sin embargo, Chile es hoy una confirmación de lo que sostuve en mi obra "El Mito del Desarrollo", hoy traducida a siete idiomas, donde afirmé que Chile era un país que crecía sin salir del subdesarrollo.
En efecto, el crecimiento del PBI chileno no ha sido un proceso de verdadero desarrollo, que iba a convertir a Chile en un New Industrial Country (NIC) como pasó con el crecimiento del PBI de Corea del Sur, Taiwán y China. Y esto, porque el crecimiento anual del PBI chileno, no solo era cuantitativamente mucho menor que el que tuvieron los NIC asiáticos arriba citados, sino porque además era cualitativamente muy diferente, ya que, en vez de aumentar la producción y las exportaciones con productos manufacturados, cada vez con mayor valor agregado, como Corea del Sur, Taiwán y China, Chile se mantuvo en la producción y exportación de productos primarios como son el cobre y los productos agropecuarios.
Chile sigue siendo así un país atrasado tecnológicamente y uno de los países del mundo con mayor desigualdad social. La educación chilena en ciencias aplicadas e investigación y desarrollo sigue, como toda la de toda Latinoamérica, por debajo del promedio internacional.
Sin embargo, Chile se creía desarrollado porque era miembro de la OCDE, pero ser miembro no crea desarrollo, era en verdad una farsa. Y Como dice un viejo refrán español: "La mona aun que se vista de seda mona se queda". Ni Corea del Sur, China y Taiwán son miembros de la OCDE y ahora producen más productos con valor agregado que muchos países europeos de la OCDE.
Lo mismo le pasará al Perú, que quiera vestirse de seda con la OCDE. La verdad es que da pena ver, cada vez que la OCDE publica sus estadísticas económicas y sociales, el contraste que existe entre sus miembros desarrollados y los no desarrollados como Chile y México.
Crecer con abismal desigualdad de ingresos y exportando productos primarios o poco procesados es ir sembrando dinamita para un estallido social, puesto que no hay verdadero desarrollo social sin una verdadera revolución científica tecnológica de la producción y de las exportaciones.
Chile está hoy entre los 10 países del mundo con mayor desigualdad social (más que el Perú que también es alta). Configura así la explosiva mezcla de abismal desigualdad de ingresos y exportación primaria.
Sin que lo supieran los chilenos, que se crían del primer mundo, vivían en el mito del desarrollo, cuando en la realidad Chile era un país de producción primaria sumamente desigual, bastante lejos de un NIC asiático y más bien muy cercano de las tradicionales estructuras socioeconómicas latinoamericanas basadas en la gran desigualdad social y la exportación primaria.
Bienvenido, Chile, ¡a Latinoamérica!