El 5 de abril de 1992 significó la instauración de un nuevo sistema en el paĆs que puede resumirse en el saqueo indiscriminado de recursos naturales, la venta a precio de ganga de las empresas estatales, el arrebato de derechos a los trabajados, el descuido total de la educación, la salud y la seguridad pĆŗblicas.
Fujimori y Montesinos necesitaron para ello una nueva Constitución soslayando la vanguardista de 1979. El documento fue recibido con bombos y platillos por lo que piensan con el bolsillo, cobran en inglés y les importa un rÔbano si el Estado se llena de corruptos o narcotraficantes.
Paniagua no pudo cambiar la Constitución de l993. Toledo la usó a su conveniencia, como usa las botellas. Alan GarcĆa se olvidó de Haya y su aporte para la Constitución del 79 porque estaba mĆ”s atento a cobrar de Odebrecht. Humala traición su promesa de dejar la carta magna atrĆ”s y saltó a un espacio anecdótico de la Historia de la RepĆŗblica. PPK le prendió velitas misioneras a la Constitución con una devoción muy similar a la de Vizcarra, Merino y Sagasti.
Castillo prometió cambiar la Constitución de Fujimori y Montesinos en su campaña electoral; en Palacio se preocupó mÔs por ganar plata por lo bajo sin saber robar. Dina Boluarte, la rehén de los neofujimoristas, protege la Constitución como a su DNI porque es parte del trato que hizo con los que la mantienen en el poder a cambio de su libertad.
Fujimori y Montesinos fueron los instrumentos para la instauración de un nuevo sistema que hasta ahora se mantiene, de un sistema manejado por los jefes de los herederos que sà se beneficiaron con la Independencia de 1821. Los herederos de los otros afinan fuerzas para sacar a Dina del poder y sueñan con una nueva Constitución.