Los grupos de poder, organizados para la dominación, administran una maquinaria para hacer una forma de educación retardataria a la medida de este país en descomposición. Eso se piensa mecánicamente hasta convertirlo en sentido común. ¿Es así realmente?
Pensar de este modo simplista sobre un mundo cada vez más complejo es un freno para recrear ideas, modelos y herramientas que permitan construir una sociedad diferente. ¿Se trata solo de luchar contra los guardianes encargados de gestionar una maquinaria imposible de cambiar? No. Se trata de volver los ojos a la realidad cada vez con mayor denuedo.
Lo que se puede contrastar y probar sin mucho esfuerzo es que existen dos tipos de organizaciones educativas: unas para pobres y otras para ricos, pagadas incluso en dólares.
¿Tiene sentido entonces preguntarse hasta la saciedad para responder con acierto de dónde egresan quienes tienen un puesto asegurado y un empleo adecuadamente remunerado?
La contestación boba es que vivimos en una sociedad meritocrática, una mentira dicha sin pudor digna de una respuesta tomada de Dan Lyons “Pero quiero que cerréis la puta boca. No por mi bien. Por el vuestro” (2023).
Vistas las cosas sin velos y cortapisas no queda sino pensar que la educación y el aprendizaje, desde las realidades materiales de la existencia diaria de la sociedad, es lo que nos ha llevado a incurrir en este recurrente fracaso.
La fracasada educación que padecemos es diseñada por los organismos internacionales en bancarrota y administrado por una burocracia corroída por el servilismo corrupto y gestionada por los servidores sin rumbo. Esta educación no genera creatividad para inspirar el trabajo y, peor aún, provoca el aburrimiento.
Sería edificante pensar la educación desde los pivotes que son los maestros y los educandos donde los actores son ellos comprometidos en un proyecto educativo participativo y gremial.
Debe haber unidad de la comunidad educativa (de maestros, educandos y padres de familia) que construya un futuro de iniciativas y gestión deseables.
Se necesita una educación para competir en mundo de cambios veloces, de recursos limitados y de dominación política organizada, al margen de los burócratas que lucran con la educación y tiene aún disponibles los medios donde repiten como un mantra sus recetas.
Todos lo saben y casi nunca se dice abiertamente que los colegios particulares programan y conducen una educación que deciden libremente. En tanto, la escuela fiscal y los colegios del Estado están sometido a un cartabón que se llama “competencias” cuya taxonomía confusa y enredada no ha sido posible traducir a un leguaje accesible y diseñar medios para evaluación.
¿Qué hacer? Devolverle a la educación el grado de autonomía para competir mediante la organización en base a las ciencias, tecnologías y humanidades de nuevo cuño. Es necesario apoyarse en la física, la química, la bilogía, la sociología, la economía y la psicología de la educación con un enfoque multidisciplinar. Hacer y rehacer sin temor a equivocarse como cuando lo hacen los “diseñadores” “expertos” cuyos errores los pagan todos.
Se han suscitado cambios visibles y espectaculares en todos los campos; pero, en educación, las clases se siguen haciendo como hace miles de años en un aula donde alumnos miran y escuchan al profesor interferido sin pausa por los dispositivos personales.
Se pretende que los estudiantes adquieran “competencias” sentados y torturados con discursos y “relatos” que hacen de somníferos. Una química y biología de palabras.
Debe haber una manera de pensar y procesar el lenguaje escrito y hablado fuera de los libros teniendo en cuenta que todo está en internet.
Basta visitar los laboratorios de química de los colegios y las universidades para observar frascos que nunca fueron abiertos y se pueden constatar que los elementos yacen fuera del alcance de la experimentación y el análisis.
No hay que volver al pasado sino crear un futuro aprendiendo a observar el entorno, el mundo, la sociedad en sus transformaciones multiformes y sus conflictos, la vida y sus cambios, los elementos, las combinaciones y la cognición atizadas por las emociones. Todo esto en un nuevo lenguaje y dentro de un nuevo sistema conceptual que debe llevarnos a una nueva comprensión.
Es hora de abandonar los recetarios para ver y entender, con la simplicidad de la matemática, la educación a fin de abordad la complejidad de la química y la complejidad cambiante de la biología y el pensamiento.