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Este artículo es de hace 3 años

El tigre ama a sus tigrillos

Gareca fue para la selección una especie de salvador y ahora parece el padre de todos sus pupilos y, claro, su engreído es Cueva.
Paco Moreno

Melenudo; sus deditos índices se elevan para decir: “pensá”; cuando grita, abre la boca como un tigre; a veces, en pleno partido se sienta largo tiempo como si fuera un león en reposo; parece guitarrista de una banda de rock; tiene un hijo adoptivo con cabeza de piña que es un genio con el balón; es flaco como palo; larguirucho como un árbol delgadísimo; dejaría la casaquilla del Perú solo por la de Argentina, a pesar de todo.

Gareca es hincha del Vélez. Pero también jugó en el Boca, el River, Atlético Sarmiento, América de Cali, Independiente. Menotti lo convocó por primera vez a la selección argentina en 1981; pero, curiosamente, lo dejó de lado y no le permitió que mostrara su fútbol en el mundial España 82. Fue Carlos Bilardo quien lo regresó a la selección argentina para el primer partido de las eliminatorias de 1986 y, después de muchos partidos, volvió a convocarlo para el último encuentro decisivo.

En aquel partido decisivo, Gareca hizo el gol del triunfo albiceleste casi al final del encuentro en una Bombonera estresadísima. Con ese gol, Argentina llegó al mundial y Perú quedó fuera de México 86. Pese a esto, increíblemente, Bilardo no lo puso en la lista de los mundialistas. En serio, ese narizón de Bilardo lo dejó fuera como lo había hecho Menotti. Tal vez, este caso fue el golpe más duro que recibió Gareca en toda su carrera futbolística. Pero la vida, esa chispa en la oscuridad, le dio una revancha después de muchos años, después de resbalones y adversidades. El Ciego lo vio. Oblitas lo trajo.

Ya con casaquilla de director técnico fue la pieza clave para clasificación del Perú al mundial de Rusia después de 36 años de usencia. Linda historia.

Gareca se ha convertido en uno de los entrenadores más importante del mundo. Está a punto de llevar a Perú al mundial por segunda vez consecutiva.

El 10 de febrero cumplió 64 años y tiene para rato el Tigre. Es optimista, decidido, ordenado, trabajador, buen hombre, esforzado, tanto que si postulara a la presidencia de la República ganaría en primera vuelta.

Gareca fue para la selección una especie de salvador y ahora parece el padre de todos sus pupilos y, claro, su engreído es Cueva. Él ama a sus dirigidos. A veces, actúa como un padre que lleva a sus hijos a disputar un partido. Gareca debe nacionalizarse. Ya es peruano. No debemos permitir que se vaya nunca.

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Director periodístico de EL PERFIL
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Nació en la provincia ayacuchana de Cangallo, el 7 del 7 del 77. Llegó a Lima antes de cumplir los siete años. Estudió Comunicación Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde tuvo como maestros a César Lévano, Juan Gargurevich, Manuel Jesús Orbegozo, Óscar Pacheco, Julio Estremadoyro, Ricardo Falla, Sonia Luz Carrillo, Carlos Eduardo Zavaleta, Zenón Depaz, Aurora Bravo y otros grandes docentes. Ha publicado dos libros de periodismo literario, Gente como uno (2011) y Rebelde sin pausa (2016); uno de cuentos, El otro amor de mamá (2012); y una novela, El jinete en la hora cero (2021).