Este artículo es de hace 5 años

Feminismo contra hembrismo

Conceptos para el debate y la reflexión, y no para el odio y el insulto.

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Debemos ser feministas, pero no de cualquier feminismo. La decisión es fácil pues solo hay dos feminismos: el de la igualdad (el bueno) y el del privilegio (el malo). También existe una cosa horrenda llamada “hembrismo”, que no es feminismo, sino una peste emergida del feminismo del privilegio. Veamos los tres casos.

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Feminismo de la igualdad (FI)

El feminismo de la igualdad pretende que las mujeres posean los mismos derechos que los hombres, pero no menos ni más. Algunas veces, ni los hombres ni las mujeres tienen derechos políticos; entonces, este feminismo exige iguales derechos para las mujeres y los hombres.

El FI feminismo deriva de los principios de la Ilustración europea, que establecen la igualdad legal y política de todas las personas, sin que importen su sexo, su orientación sexual, su identidad sexual, su raza (fenotipo), sus ideas políticas, su religión, etc. “Igualdad” comienza con la misma “I” de “Ilustración”.

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El FI considera compañeros a los hombres; no los ve como competidores, adversarios o enemigos. Este feminismo rechaza obtener ventajas, como la jubilación más temprana, las cuotas, la paridad, la alternancia, los puntos a favor en los concursos laborales, la negación de la presunción de inocencia para los hombres, las leyes que penen más a los hombres por el mismo delito, etc.

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El FI rechaza incluso los privilegios temporales pues durante su vigencia se cometen injusticias contra los hombres: “Usted ganó el concurso, pero no le daremos el empleo porque nos falta una mujer”. Para el FI, los privilegios no se combaten con privilegios, sino con la igualdad. La igualdad nivela. Para el FI, el Estado debe quitar obstáculos, no regalar privilegios.

Este feminismo reconoce que los hombres sufren problemas exclusivos, como la mayor deserción escolar, la menor inversión pública en sus tratamientos médicos, el alto número de hombres asesinados, la marginación de la custodia de los hijos luego de los divorcios, los altos porcentajes masculinos en los accidentes y las muertes laborales, etc. El FI apoya los esfuerzos por eliminar estos problemas.

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El FI no confunde derechos con políticas públicas. Así, por ejemplo, pide que se dicten medidas educativas y policiales si aumentan las agresiones de hombres contra mujeres (política pública), pero rechaza el dictado de leyes que castiguen más a los hombres agresores que a las mujeres agresoras de varones pues hombres y mujeres comparten el derecho a la igualdad ante la ley (derecho).

El feminismo de la igualdad es racional; no inventa “realidades”; se basa en la ciencia y las estadísticas; por tanto, no acepta mitos como la masculinidad tóxica, el patriarcado, el techo de cristal, la brecha salarial, etc.

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Personas representativas del feminismo de la igualdad son la filósofa Roxana Kreimer (su Facebook: Feminismo Científico) y las antropólogas Marta Lamas y Leyre Khyal (tiene FB). Los youtubers Un Tío Blanco Hetero y Experto en Igualdad ofrecen útiles videos; también, la filósofa Christina Hoff Sommers (en inglés y español). Indispensable: el video “La píldora roja”, de Cassie Jaye.

Feminismo del privilegio (FP)

Este feminismo procura ventajas sobre los hombres en derechos, leyes, posición social, protección del Estado, etc. Se lo llama también feminismo de género, de la diferencia, hegemónico, etc. El FP es supremacista; no ve a los hombres como sus compañeros de luchas, sino como adversarios y competidores.

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El FP es inmovilista. El FP acepta que las mujeres gozan de derechos, pero siempre “descubre” que los existentes son insignificantes ante los derechos que le faltan. En los Estados de inspiración ilustrada, como el Perú, el FP confunde el existente machismo con el imaginario patriarcado. El patriarcado es el régimen político que considera a las mujeres como menores de edad.

El FP se contradice pues demanda la igualdad, pero también privilegios, como cuotas, paridad, leyes especiales y ministerios de la Mujer, y crea organizaciones no gubernamentales que son matriarcados (sin paridad). El FP es victimista pues exagera la marginación y los delitos que sufren las mujeres. El victimismo es el opio del feminismo porque le impide analizar las situaciones y los cambios.

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El FP es anticientífico pues rechaza las investigaciones biológicas y psicológicas que demuestran las diferencias cerebrales y hormonales que hay entre mujeres y hombres, diferencias que suscitan conductas distintas. El FP niega el origen innato de las orientaciones sexuales y denuncia el “biologicismo” de la ciencia; empero, cae en él pues supone que una comunidad biológica (el ser mujer) crea derechos políticos (cuotas, paridad, etc.).

El feminismo del privilegio rechaza el derecho ilustrado porque este postula la existencia de la ciudadanía única, que elimina cualquier privilegio, como las cuotas y la paridad.

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El FP inventó la “perspectiva (enfoque) de género” para que viole el principio de la igualdad y favorezca a las mujeres; e intenta aplicarla a toda la vida social, incluso a las sentencias judiciales, lo que constituye una monstruosidad antijurídica.

El FP postula el totalitario “derecho de autor”, que, por el mismo delito, castiga más a ciertos grupos (hombres, homosexuales, negros, judíos, etc.). Así, por iguales delitos, el FP exige leyes que sancionen a los hombres, pero no a las mujeres.

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El FP inventó la “violencia de género” (lo que existe es la “intersexual”), que nunca atribuye a las mujeres. El FP inventó el crimen del “feminicidio”, pero rechaza que se cree el de “varonicidio”, con el pretexto de que hay más “feminicidios” que “varonicidios”; pero yerra pues las estadísticas nunca son criterios legales; lo son los principios ilustrados, como la igualdad ante la ley.

Hembrismo

El hembrismo no es un feminismo, sino la degeneración del feminismo pues intenta degradar a los hombres, de modo que pierdan su dignidad y sus derechos adquiridos; o exige que se les nieguen los derechos que les corresponden. El hembrismo tiene todos los vicios del feminismo del privilegio, pero ninguna de las virtudes del feminismo de la igualdad. Como el machismo, el hembrismo es una peste.

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Las características del hembrismo son las mismas que las del feminismo del privilegio, aunque exageradas hasta el delito. El hembrismo existe, como el machismo. Llamar “hembrista” a alguien no es insultar ni calumniar siempre que esa calificación esté justificada.

El hembrismo es el odio contra el hombre. Como el hembrismo promueve la “guerra de sexos”, pregona que los hombres asesinan a las mujeres “solamente porque son mujeres”, y no por causas particulares, que pueden ser diversas.

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El hembrismo presenta variantes, pero todas procuran “borrar” o asesinar a los hombres. Así, algunas hembristas exigen que no se dé trabajo a los “machos”, de modo que huyan o mueran de inanición; otras pretenden encerrarlos en campos de concentración; algunas más proponen castrar a los niños, y ciertas hembristas justifican el asesinato de los varones.

El hembrismo odia la maternidad; difama y niega las tendencias naturales hacia la maternidad que hay en la mayoría de las mujeres. El hembrismo rechaza cualquier investigación científica que demuestre que existen aquellas tendencias.

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Para el hembrismo –anticientífico y paranoico–, la inexistente “masculinidad tóxica” es innata y generalizada, lo que haría que todos los hombres sean machistas y agresores, y potenciales asesinos; además, haría que no puedan cambiar.

El hembrismo repudia el amor romántico heterosexual y lo presenta como una “opresión del patriarcado” destinada a dominar a las mujeres, ignorando que el amor romántico es una etapa necesaria del amor debida a la producción de ciertas hormonas.

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En algunos casos, el odio patológico contra el amor heterosexual nace del odio que algunas lesbianas profesan contra los hombres, a quienes ven como competidores; pero el lesbianismo es el amor de unas mujeres por otras, no es el odio de las mujeres contra los hombres.

Conclusiones

Los estudios “de género” (en realidad, de sociología sexual) postulan la existencia de muchos feminismos, como el socialista, el transversal, el poscolonial, etc. Aunque haya muchos –diferentes en los detalles–, los feminismos solamente pueden entrar en una de las dos clases mencionadas, según defiendan la igualdad o los privilegios.

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Hemos escrito aquí solamente algunas ideas, y más se han quedado fuera por no extender este artículo. Ojalá sirva como elemento en los debates sobre la igualdad social entre los sexos, y para que el feminismo de la igualdad combata al hembrismo y rectifique al feminismo del privilegio.

La mayoría de las mujeres no participa de los grupos feministas: no por falta de motivos, sino porque no se identifica con el griterío victimista ni con el odio al hombre. En vez de culpar a aquellas mujeres, los grupos feministas deberían autocriticarse y cambiar sus actitudes.

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Debemos ser optimistas a pesar del victimismo del feminismo del privilegio y pese a la histeria de odio que exuda el hembrismo. Al fin, el optimismo tiene razones naturales: a pesar de las injusticias y los mutuos agravios, los dos sexos están biológicamente “condenados” a atraerse y a entenderse. Bien dice la feminista Christina Hoff Sommers: hay demasiada confraternidad entre los “enemigos”.

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El análisis y las expresiones vertidas son propias de su autor/a y no necesariamente reflejan el punto de vista de EL PERFIL
Sobre la firma
Estudió Historia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es miembro correspondiente de la Academia Peruana de la Lengua. Reside en Costa Rica y trabaja en el diario La Nación desde 1994. En 2020 publicó Otras disquisiciones, un libro que recopila sus artículos referidos al uso del lenguaje.
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