El origen el fútbol no está claro. Historiadores coinciden que los romanos hacían rodar una pelota que podría haber sido la cabeza de un jefe rival. Con el tiempo, esta tradición se volvió un deporte sin reglas. Se trataba de llevar el balón de un pueblo a otro para ganar el encuentro. No había límite de jugadores. Sólo que sean fuertes. Las lesiones eran comunes.
El fútbol pasó por muchas prohibiciones cuando aún no se llamaba así. En Inglaterra lo suspendieron justamente por la violencia que suscitaba y sólo en los monasterios se comenzó a practicar con el fin de tener un cuerpo sano con los ejercicios. Hasta que lo reglamentaron.
Al comienzo, todos eran delanteros menos el portero. Pues el juego se ganaba anotando gol.
Para el mundial de 1930, se jugaba con dos defensores. El famoso “Cerrojo” suizo fue que en un mundial, el elenco helvético puso tres defensores en lugar de los dos habituales ante Alemania y así clasificó. Fue toda una novedad. Lo catalogaron de ultra defensivo. Hoy eso sería una ridiculez.
Para 1954, ya se jugaba con tres defensores y cinco delanteros, pero para 1966 ya eran cuatro defensores y cuatro delanteros. Como se aprecia, se fue reforzando la defensa y restando a los delanteros.
Para 1978 todos los equipos jugaban con tres delanteros y para México 86’, con dos. Debido a la resta de atacantes, los técnicos le dieron mucha más importancia a las pelotas detenidas, tiros libres y tiros de esquina.
Lo que vimos en el último mundial, de parte de Inglaterra cuando se ejecutaba un tiro de esquina a su favor, imitando el movimiento del baloncesto, nos habla mucho que aunque dicen que todo ya está inventado en el fútbol, aún siempre hay novedades.