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Este artículo es de hace 6 años

J.C. Mariátegui: paradigma de los posmillennials

Lucas Lavado
Por
Lucas Lavado
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Colaborador de EL PERFIL
Profesor en Filosofía y Ciencias Sociales. Magíster en Docencia Universitaria y Doctor en Ciencias de la Educación. Ha editado más de 400 títulos.

Estamos sumergidos en una velocidad pasmosa de cambios en internet, digitalización y redes sociales a nivel global y local, o mejor glocal. La comprensión de este enorme proceso es urgente debido a sus repercusiones en los más jóvenes, especialmente en aquellos que han nacidos a partir de 1995, posteriores a los millennials, denominados Generación Z. No es la Generación líquida de Bauman (2018). Más evolucionados que sus predecesores puesto que comienzan a vivir en las redes y de las redes, con más versatilidad para transitar del mundo digital al mundo real. Autodidactas y buscadores autónomos al estilo del amauta José Carlos Mariátegui.

Un cambio generacional sistémico e impactante, a pesar de las escuelas y de las universidades que como organizaciones están perdiendo el compás y carecen de sinergia para lidiar con esta nueva generación. Los currículos no alcanzan a cubrir sus expectativas alentadas desde el mundo digital. Ellos saben que todo está en Internet, desde temas elementales hasta lecciones complicadas en todos los campos del saber. Se trata de una generación de autodidactas que en vez de títulos universitarios prefieren sus conexiones en las redes.

Nunca como ahora los educandos tienen la oportunidad de aprender por sí mismos, esforzándose con más autonomía que sus padres a quienes pueden enseñarles muchas veces con más paciencia y didáctica que lo que emplearon con ellos. Los profesores, migrantes digitales, tampoco están adivinando que los estudiantes de esta generación plenamente instalados en una nueva ecología, están décadas delante de sus maestros en el manejo de recursos digitales novísimos y con capacidad para alfabetizarlos. El autodidactismo está aquí y no nos hemos enterado.

Con todo, está en curso el debate entre tecnófilos y tecnófobos. Sostenemos que las tecnologías no son ni malas ni buenas en sí mismas, son herramientas. Es lo que sucede con las tecnologías de la información. Ha generado nuevos imperativos: frente a la inmensa cantidad de datos existentes urge desarrollar criterios, métodos y técnicas que permitan diferenciar la información relevante de lo inútil y hasta pernicioso. Esta es la clave. Y es el punto neurálgico que se les está escapando a las organizaciones educacionales corroídas por el plagio.

La mayoría de los estudiantes asisten a clases con sus dispositivos móviles y ninguna prohibición surte efecto. Urge responder la pregunta ¿cómo aprovechar este potencial en las clases?, pregunta que lleva a otras: ¿cómo está reconfigurando el cerebro de los estudiantes esta abundante información?, ¿la multitarea afecta sus capacidades de concentración? Se necesita estudiar el uso apropiado de los nuevos artefactos para mejorar las capacidades cognitivas, motrices, perceptivas y emocionales.

Mariátegui, el paradigma del autodidactismo, escribió con lucidez que la "ciencia occidental ha ido más de prisa que lo que soñó Julio Verne". Su potencia intelectual le posibilitó situarse en su época, leer críticamente, observar con vuelo de águila y pensar con hondura. Cuánta razón tenía el profesor sanmarquino Augusto Tamayo Vargas al definirlo en "Palabras iniciales", del volumen 7 de sus Obras Completas, como "un escritor de su presente. La literatura que él leía y criticaba estaba viva, humeante". La generación iGen (Z) tiene entre nosotros un modelo y un desafío.

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Profesor en Filosofía y Ciencias Sociales. Magíster en Docencia Universitaria y Doctor en Ciencias de la Educación. Ha editado más de 400 títulos.