El líder del Frente Amplio ya no es Marco Arana. Tampoco Humberto Morales. Es Rocío Silva Santisteban. En poco tiempo, ella ha demostrado, con sus actos y decisiones, que es la más idónea para ser la candidata presidencial del Frente Amplio.
Hace unos meses, sostuve que la plancha presidencial de cambio, alternativa a la propuesta de Forsyth y los otros, debía estar integrada por Marisa Glave, Rocío Silva Santisteban y Verónika Mendoza: tres mujeres que han demostrado ampliamente que quieren trabajar por el Perú.
La izquierda sin unidad, sin programa, va a una derrota segura. Incluso los simpatizantes votarán por otro candidato solo para castigar la falta de unidad. El problema de la izquierda es que los egos andantes no entienden que nadie votará por ellos, pero ellos insisten en ser candidatos cuando pueden ser útiles en cualquier tarea.
La derecha también está desunida, pero se unirá pronto porque a los derechistas no los une mejorar al Perú, sino la plata.
Tal vez, Marisa Glave, Rocío Silva Santisteban y Verónika Mendoza (claro, también otros líderes, jóvenes en ideas: hombres y mujeres) puedan generar, en estos tiempos difíciles en los cuales la mafia quiere la vacancia, una corriente de unidad en busca de cambios concretos que pasa por reemplazar la Constitución fujimorista, madre de males mayores que se nota en la pandemia.
Todavía hay tiempo.