El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC) hizo público un informe especial sobre las consecuencias que tendría no conseguir la meta de un aumento máximo de 1,5 grados.
Esta nueva alarma lanzada desde los estamentos científicos de la humanidad, puede ser ignorada y ninguneada por los estamentos económicos y políticos. No sería la primera vez y pondría de relieve que si bien el ser humano individual conserva intacto su instinto de supervivencia, cuando actuamos como sociedades con intereses y objetivos concretos y “realistas” (según ellos), ese instinto de supervivencia que se aloja, del modo más militante, en la parte más antigua de nuestro cerebro, parece desaparecer. Los espejitos de colores, llámense dólares, yuanes, yenes, euros, libras, coronas o rublos, nos distraen de lo esencial, ocupándonos de actividades que, con la vida agonizando, no tendrán absolutamente ningún sentido.
“Limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius exigirá cambios rápidos, de amplio alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad”, señaló el IPCC al término de una conferencia en Corea del Sur.
Habría que disminuir drásticamente el uso de los combustibles fósiles. Eso quiere decir utilizar menos petróleo.
Pregunta: ¿Si se ha eliminado, desaparecido o comprado a personas que descubrieron cómo remplazar los combustibles fósiles porque deberían hacer caso a este enésimo grito de alarma? Qué proceda de conclusiones científicas les importa poco o nada. En un par de días compran diez científicos que digan lo contrario y asunto arreglado. Ya lo han hecho antes, por qué no lo van a repetir si cuando lo hicieron tuvieron éxito. Además esos científicos comprados tendrán cien veces más cabida en los medios que los que anunciaron que en el 2030 ya no habrá salidas.
Y como la gente piensa según la guían los medios todos estaremos felices y asistiremos a nuestro propio velatorio con una canchera sonrisa en los labios.
El informe del IPCC examina cómo limitar el calentamiento hasta 1,5 en vez de 2 grados, como se estableció, en el 2015, en el Acuerdo del Clima de París. Advierte, además, que los efectos para ecosistemas y la vida en el planeta serían menos dramáticos si se mantiene esta barrera.
Es simple, sencillo y real. Qué lo entiendan los mercados ya es otra cosa. Debieran usar su “mano invisible” para limpiarse los oídos.