Si yo viviese en el Perú y en Lima, votaría por Muñoz para que no ganen los otros dos mejor ubicados en las encuestas. Gustavo Guerra está muy lejos; solamente votaría por él si hubiese segunda vuelta con él, pero esto no ocurrirá.
En otras ocasiones también voté por el mal menor como lo vi entonces: Fujimori contra Vargas Llosa, Toledo contra García, Humala contra Fujimori y PPK contra Fujimori. Que los primeros hayan resultado después ineptos o ladrones, no es mi culpa porque no sabía cómo iban a gobernar: no soy tan adivino.
Votar por el mal menor no es una gracia, sino una desgracia menor que otra desgracia: que gane el mal mayor.
Quienes escogemos el mal menor somos los arqueros del equipo; debemos evitar la goleada porque los demás jugadores de nuestro equipo (la masa obtusa) son unas bestias: salvamos el partido in extremis.
No es nuestra culpa que millones de ciudadanos sean tan imbéciles que votan por delincuentes o asesinos ya conocidos (es decir, votan por quienes les robarán cuando gobiernen). Así nos pone las cosas esa recua de estúpidos.
No faltará un historiador del futuro que nos pregunte, apelando a un medium, por qué gente de izquierda votó por sujetos como Toledo y PPK, pero esto solo nos enseña la diferencia que hay entre hacer la historia lo "menos mal" posible, y escribir la historia en un refugio académico cuando ya pasó el sunami.
En cuanto a "Cochero" Fernández, debería retirarse ahora: ya se dio el gusto de ser candidato y de aparecer en la televisión. Los votos que él obtenga serán votos perdidos y en favor del mafioso que podría ganar (no me refiero a Muñoz). Me parece mal que algunos intelectuales de izquierda festejen la inútil candidatura de Enrique Fernández, como hizo Rocío Silva Santisteban en un artículo desperdiciado y aparecido en "La República".
A estas alturas de la posthistoria, que Enrique Fernández no venga con la historia de que su candidatura es un paso hacia la consolidación de un "polo popular". De haberlo en el futuro, no será Cochero quien guíe a la gente.
Algunos no hemos olvidado la dispersión electoral de la izquierda en décadas anteriores, por lo que no le encontramos ahora la gracia a la vuelta del Cochero (tipo simpático, por lo demás, pues lo conocí bastante). "La vuelta del Cochero": no está mal como lema; felizmente, se me ocurrió tarde para que él lo use. A propósito de candidatos, ni sé cuál es el nombre de Muñoz.