El siguiente es fragmento de un ensayo que publiqué en abril de 2018 en TINTA AZUL, revista de la Universidad Jaime Bausate y Meza, creo oportuna la reproducción en el Día del Periodista.
César Vallejo, aparte de poeta genial, fue maestro de la prosa más prosaica: la prosa periodística. Es en ese sentido un maestro de la técnica y el estilo de la escritura destinada a periódicos y revistas. Su arte es el de la concisión, la exposición ordenada y la variedad. Notable es la variedad sobre todo de sus crónicas escritas desde Europa, cuyo carácter misceláneo es como un escaparate de novedades, en las cuales suele atisbar el futuro en germen. Su visión es dialéctica, ve los conflictos y su arribo al futuro.
Otro aspecto distintivo de su labor periodística es la aguda atención que presta a los procesos políticos y culturales. La música, el teatro, el ballet, la poesía, la filosofía, la narración son colocados ávidamente bajo su lupa.
Walter Lippmann, el célebre columnista estadounidense, autor del libro Opinión Pública, escribió al retirarse del periodismo que el periodista debe buscar lo que está oculto y abarcar pasado, presente y futuro. No es que tengamos una bola de cristal para ver lo que vendrá, sino que siguiendo la curva del pasado y el presente podemos prefigurar lo venidero.
Los textos que en los años veinte y treinta del siglo XX escribió Vallejo en París están siempre precedidos de un sumario en que se apuntan los múltiples aspectos de la vida social cuya trascendencia escapa al pedestre. Por ejemplo, casi apenas llegado a París, en julio de 1926, envía a la revista Mundial de Lima una crónica en cuyo gorro se mencionan los 16 temas que se van a abordar en ese texto. Sorprende ahí esta noticia que parecía liviana, pero que 90 años después revela la intensa pupila del cronista:
"La juventud intelectual de la China, que por miles estudia en La Sorbona, se ha unido a los obreros chinos y ha dado un golpe de fuerza a la Legación de su país en Francia, para arrancarle documentos que pueden utilizar los huelguistas de Shangai. El gobierno, tembloroso y vacilante, del señor Painlevé, se sobresalta. ¡Moscú! ¡Moscú! Se hacen pesquisas; se arresta a los culpables y se exige declaraciones al jefe de ellos. Yen Tchoung Sien, director de periódicos de propaganda comunista tales como "Ciel Rouge" y "Rayon Rouge". Los republicanos del centro y de todas las alas, se agitan y dirigen miradas consultivas al señor León Daudet".
Hace pocas semanas, 90 años después de aquella nota, la revista parisiense L’Expres publicó una nota titulada "París anticolonial", en la que señalaba que en los años 20 del siglo pasado en París conspiraban jóvenes universitarios chinos. Uno era Deng Hsiao-ping, que llegó a presidente de la República Popular China. Otro, Chu Enlai, jefe del aparato militar del PC Chino y luego primer ministro de ese país, donde deslumbraba a los diplomáticos por su perfecto dominio del francés, el inglés y el alemán. Otro estudiante ahí era Ho Chi Minh, el futuro líder de Vietnam.