Ante el desastre que amenaza la vida en los océanos se ha formado una coalición de líderes mundiales para evitar catástrofes de las que no hay regreso. Debemos recordar que los océanos cubren el 70% de la superficie de la tierra, constituyen la biósfera más grande del planeta y albergan entre el 50-80% de toda la vida en nuestro planeta. Generan el 50% del oxígeno de la Tierra, absorben el 25% de las emisiones de dióxido de carbono y capturan el 90% del calor adicional generado por estas emisiones, lo que le convierte, según los expertos "en el mayor sumidero de carbono del planeta."
Lo presiden la Primera Ministra noruega y el presidente de la República de Palaos.
El objetivo inmediato es evitar la sobreexplotación, los efectos del cambio climático y fomentar el uso sostenible de sus recursos. El valor de los bienes y servicios derivados del Océano alcanza los 2,5 billones de dólares al año, cantidad que se duplicará en 2030. Lo producido por el océano alimenta a 3.000 millones de personas, que dependen del mar como fuente primaria de proteína.
La primera etapa será de estudio para presentarlo en la Conferencia de Naciones Unidas sobre los Océanos en 2020. Los resultados puede que no sean muy alentadores teniendo en cuenta que cada año se arrojan a los océanos cantidades desmesuradas de contaminantes. Muchos de ellos son sustancias que no existían hace 50 años. "Los fertilizantes y los pesticidas utilizados en las granjas, los desechos industriales y las basuras nucleares, los gases de escape emitidos en las carreteras, las aguas usadas y los desperdicios, se vierten en los cursos de agua y terminan en el océano.
Lo asombroso es su capacidad de supervivencia. Ante semejante agresión, de la que los humanos somos los directos responsables, los océanos siguen siendo un importante sustento para la alimentación y una invalorable contribución para diversas actividades que producen beneficios económicos.
Una de las causas que ha agudizado la preocupación actual ha sido el vertido en el ambiente marino de contaminantes de origen terrestre que se acumulan en la cadena alimenticia, también llamada cadena trófica y amenazan los ecosistemas. Según un reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente (PNUA), "los plásticos, en particular las bolsas y las botellas en PET (Tereftalato de polietileno), son los residuos marinos más difundidos en el mundo: en muchos mares regionales representan más del 80% de los residuos" y terminan formando vertederos flotantes de dimensiones gigantescas.
El más famoso, conocido con el nombre de Trash Vortex (vórtice de basura), es más grande que el Estado de Texas. Se trata de un enorme vertedero generado por las corrientes marinas entre las islas Hawai y el Pacífico Norte. Su fama lo ha convertido en una macabra meta turística y en una severa advertencia sobre nuestras responsabilidades.
Cada acto por pequeño que sea tiene un efecto multiplicador y puede contribuir a mejorar las condiciones de vida del planeta. Ir al supermercado con nuestro propio bolso es aún aporte sencillo pero sumamente útil.