La noticia de la actitud majadera de dos estudiantes del nivel secundario de un colegio en el Callao, que maltratan a su docente al tomar represalias cuando esta intenta poner orden en el aula al quitarles el celular nos pone en alerta una vez más. Es hora de repasar los consejos de Daniel Goleman y Maurice Tobias, más aún cuando, algunos, estamos ad-portas de iniciar un nuevo ciclo académico.
En la educación superior, la mentada inteligencia emocional la debemos poner en práctica, por ejemplo, cuando ingresa a tu aula una menuda estudiante que en pleno invierno no lleva abrigo, trae el maquillaje corrido por las profusas lágrimas y se desvanece antes de explicar su nerviosismo. ¿El motivo?, un celoso enamorado le quitó a la fuerza, minutos antes, la casaca y la cartera para obligarla a quedarse con él en vez de asistir a clases. Teme que se instruya porque alzará vuelo. Quedo sorprendida.
O cuando un cachimbo, menor de edad, llega con retraso a la clase con evidentes dificultades para respirar, controlándose, además, para no derramar una sola lágrima, pues acaba de ser asaltado ‘con elegancia’ en la puerta de la universidad, por un individuo que le dobla en tamaño y peso y que cortésmente le dijo: dame tu celular y tu mochila, por favor. Y la víctima te implora que llames a su mamá para que lo recoja pues teme encontrarse otra vez con el avezado delincuente. Quedo impactada.
Y a veces tu mente queda en nada, cuando el estudiante más disoluto te cierra el paso intentando sostener una conversación en la que en su situación de ‘trica’ (a punto de desaprobar en el mismo curso por tercera vez), te pregunta: ¿cómo sería pa’ aprobar pe’?, pero que al percatarse de tu silencio cambia a modo ‘discurso lamentero’ con el que te responsabiliza del bienestar de todas sus generaciones si no le ayudas a aprobar. Quedo indignada.
Si bien es cierto que laborar con jóvenes tiene la grandiosa ventaja de aprender de ellos mientras guías su formación profesional, también se experimenta un cierto grado de presión y estrés emocional que si no lo controlas puede ser avasallador.
Al parecer, de acuerdo con las indagaciones de los expertos, la violencia cultural se presenta con traje de superioridad, dominación y justificación. Arrastra con ella a un sinnúmero de gente que practica estas formas en cualquier ocasión. Y son la mayoría de los universitarios los que reinventan estas maneras directa o indirectamente. Unas más asombrosas que otras, pero al fin y al cabo estresantes.
Y ¿qué nos queda por hacer?, ¿paciencia y buen humor? o ¿ser la reencarnación de un santo? Los expertos recomiendan actitudes asertivas como el desarrollo de la cultura de la tolerancia, medida que en nuestro país incita a seguir siendo esclavos de la violencia. En definitiva, recordar los códigos de ética y ponerlos en práctica en el preciso momento, se alejan toda vez que estas situaciones requieren de inmediatez. Y entonces volvemos a la imperiosa necesidad de aprender más acerca de inteligencia emocional y desprendernos de esos pensamientos cavernarios en que deseamos encontrar justicia con nuestras propias manos.