La congresista de Acción Popular María del Carmen Alva parece estar siempre al borde de un ataque de nervios. Es violenta, una fosforito sin freno, como un águila rapaz dispuesta a dar un zarpazo. Esta mañana en el Congreso jaloneó a su colega Isabel Cortez como si estuviera en un callejón, como esas patronas impunes que agreden a sus trabajadoras.
Cortez, la popular Chabelita, antes de ser atacada, le increpaba a Alva por la forma en que le exigía al parlamentario Wilson Soto que se pusiera firme en su acusación constitucional por traición a la patria contra presidente Castillo.
Cortez le decía que no debía actuar así, que se debía trabajar en conjunto por el país. Alva, enojadísima, con sus ojos abiertos como platos, le respondía que no se metiera, que era algo entre integrantes de Acción Popular. Le pidió que se fuera.
Chabela contestó. Dijo que no tenía por qué irse ya que estaba en el hemiciclo y que era ella, al contrario, quien debía irse a pelear a las oficinas de Acción Popular. Alva, más enojada que nunca, con su mano derecha como tenaza, jaloneó a Cortez. Ella no respondió.
Alva se fue y, al notar que el escándalo cundía en el Perú y el extranjero, pidió disculpas personalmente a Cortez. Ella le dijo que, como persona, aceptaba las disculpas; pero que, como legisladora y representante de las trabajadoras, no podía permitir una agresión así. Luego, envió el caso la comisión de Ética del Congreso para que sancione de manera ejemplar a la agresora. Es muy probable que en Ética blinden a Alva. Veremos.