Con altanería y soberbia, Dina Boluarte contestó ayer a la prensa después de más de cien días de estar escondida. En todo momento, trató de burlarse de los periodistas con ironías mal formuladas y, con amenazas, quiso pincharle el globo a la protesta convocada por los transportistas para exigir la anulación de normas a favor el crimen organizado.
Boluarte sacó hoy helicópteros bulliciosos que dieron vueltas sobre la avenida Abancay, sacó tanquetas de guerra de la Marina y del Ejército y mandó a las calles a los policías más cavernarios traídos incluso de otras regiones con el fin amedrentar a los manifestantes; pero no logró su cometido porque ella parece que actuara a favor de los delincuentes y la marcha fue para exigir paz y tranquilidad de todos los ciudadanos.

El paro fue contundente en casi todas las regiones del país con movilizaciones masivas por calles, plazas y avenidas. En Lima, miles de manifestantes de diversos sectores de la sociedad, incluso estudiantes secundarios y de la universidad, llegaron del norte, este y el sur a las puertas del Congreso para exigir que se anulen leyes a favor de los delincuentes y que se vaya del gobierno el ministro del Interior.
El ministro del Interior, con la anuencia de Boluarte, reprimió de manera brutal a los manifestantes que arengaban cerca del Parlamento con la idea de frenar la indignación de la gente. Fue inútil.
Los Mojarras se unieron a la protesta e improvisaron un concierto en la avenida Abancay, donde cantaron Triciclo Perú. Agua Marina difundió un comunicado de apoyo a la indignación ciudadana; pero Gian Marco y sus iguales mantuvieron silencio. Así, en silencio, deben permanecer siempre.

Francisco Diez Canseco, un político conservador que quiso darse un baño de popularidad en la marcha, fue empapado y sacado de la manifestación a empellones en medio de insultos.
Las protestas continuarán. La Federación de Trabajadores en Construcción Civil del Perú y la Cámara Peruana de la Construcción informaron que saldrán este jueves a las calles para marchar juntos por la paz y contra la delincuencia. La alianza de Boluarte y los congresistas está en su peor momento. Esta alianza carece de legitimidad, mientras más sectores de la población se unen para exigir que Boluarte saque del gobierno al ministro del Interior y que el Congreso anule las normas a favor del crimen organizado.