La tragicomedia del plagio dejó de ser noticia y ya nadie se acuerda de las primeras planas con cifras y porcentajes de ‘plagio’ amparadas por el Turnitin; en cambio, la frase “La tesis de Castillo ¡Qué bestia!” (Hildebrandt en sus trece, 20 de mayo, 2022) sigue sonando y a lo mejor quedará grabada en el recuerdo como la entrevista de César Hildebrandt, en un canal de televisión, a Raúl Ferrero Costa, a la sazón líder de un nuevo partido que murió en el instante en que el periodista le mostró al doctor un texto que había tomado como suyo cuando no lo era.
Tal parece que, una vez pasado el escándalo, nada cambiará y más bien se seguirá atentando contra la calidad del sistema universitario por parte de los ‘promotores’ de las universidades que no han sido licenciadas por la SUNEDU o que son de dudosa calidad. Tienen poder para hacer leyes a su medida y conveniencia.
Como hemos referido en entregas anteriores, todo este jaleo ha puesto en evidencia que el profesor ha pasado a segundo plano a manos de un programa nacido de la tecnología digital llamado Turnitin. Se trata de un software que se sumerge en la cantidad gigantesca de datos digitalizados, gracias a un motor de búsqueda que concretiza los sueños de Larry Page, cofundador de Google, y sus socios.
Aún no terminamos de entender las tecnologías físicas, químicas, biológicas y sociales en cadena, y ya estamos nadando sin rumbo en la Galaxia Internet, a merced de los algoritmos. Nuestros genios nativos acaban de descubrir cómo una máquina puede ubicar y leer millones de textos similares al de las tesis que se desea evaluar; entonces, ya no importa el núcleo central de la cuestión, la investigación.
Las normas violadas
Vivimos en un mundo de normas violadas. Las tesis atañen a las normas jurídicas, normas técnicas y normas éticas. ¿Normas jurídicas? Sí; los plagiadores violan leyes que cautelan los derechos de propiedad amparados por el Estado. Transgreden normas técnicas elementales sobre cómo se debe investigar utilizando métodos y técnicas apropiadas que están incorporadas en los currículos universitarios que se estudian a lo largo de la carrera. Y atropellan normas éticas desde la búsqueda y defensa de la verdad, que es la finalidad suprema de la investigación, hasta el intercambio de información veraz en la comunidad científica.
¡OH Turnitin… recibe nuestras plegarias!
Como cuando Deep Blue ganó una partida de ajedrez al campeón mundial Gary Kasparov, los responsables de la vida académica han encontrado en Turnitin a un controlador “neutral” para evitar el cargamontón de plagiadores, que hoy de puros sinvergüenzas argumentan que en su época “no había Turnitin” y, por tanto, están exentos de su control.
La confusión es generalizada entre periodistas y críticos ligeros y poco enterados, que de tanto repetir la palabra “tesis” han olvidado que la investigación científica, técnica y humanística es la materia central. Nos han vendido la creencia de que el mencionado software es el gran demiurgo y remedio contra plagiadores: ¿para qué necesitamos asesor y evaluador si ya tenemos el Turnitin? ¡Salve!
Habrá que insistir sin descanso en que la tesis no es más que el informe de la investigación, cuya redacción debe seguir pautas de citas y referencias estandarizadas y publicadas. En términos de trabajo y de tiempo es apenas una pequeña porción de la inmensa tarea de investigación, donde solo la búsqueda de antecedentes y la formulación del problema podría llevar, por su complejidad, años de trabajo arduo, y la conjetura y la probanza otro tanto, para finalmente informar la investigación en formato de tesis.
¿Todo quedará en nada?
¿Por qué los plagiadores no son sancionados? Proponemos tres hipótesis: a. Las denuncias de plagio carecen de argumentos sólidos o simplemente no está ‘tipificado’ en nuestro ordenamiento legal; b. Los plagiadores tienen tanto poder político y económico, o ambos, que han convertido en irrelevantes esas violaciones; c. Los órganos sancionadores carecen de voluntad y poder para aplicar la ley. Quizá las tres juntas.
¿Por qué el plagio de tesis no hace mella en las universidades donde es moneda común? Van tres hipótesis: a. Marketing y publicidad eficaces mediante la jugosa contratación como directivos de una o dos personas que se graduaron en universidad de prestigio (mejor si pasaron por Princeton, UCLA, MIT, etc.); b. Invitación ocasional, con bombos y platillos publicitarios, de expositores prestigiados, para llenar auditorios; c. Otorgamiento de doctorados Honoris Causa a funcionarios y políticos con poder y deseos de engordar su “currículum vitae” y, afán de reconocimiento para aquietar la ansiedad de prestigio aunque sea falso.
¿Y quién podrá salvarnos?
Hay investigaciones que sin ser plagios tienen limitaciones que los maestros tienen la obligación leer porque les conciernen. Las ONG ampliamente conocidas CIES y GRADE acaban de editar el libro Balance de investigación 2016-2021 y agenda de investigación 2021-2026. Es un estado del arte de la investigación en el Perú de los últimos cinco años. La publicación carece del registro de ISBN y tiene errores de edición que por ahora no los comentaremos, pues lo que interesa es el enfoque, los supuestos y su posible contribución efectiva a la educación. Veamos solo el primer capítulo: han partido de la compilación de 960 referencias de las cuales solo seleccionan 289, y muy pocas pertenecen a la comunidad científica local.
Focalizando nuestra atención en el acápite uno, “Aprendizajes, currículo y factores asociados”, vemos que es, para decirlo sin titubeos, una falta a la verdad: no incluye un ápice de lo que significa aprendizaje. Sin conceptualizar el aprendizaje, sin conocer en qué consiste, es imposible explicarlo a través del currículo y los factores asociados, y mucho menos posible será diseñar, conducir y evaluar su realización. La investigación se limita a proponer una sistematización y análisis de “la literatura”, y se olvida del cerebro, que es el órgano con el que se aprende y donde las conexiones sinápticas posibilitan el aprendizaje, y es la fuente de las emociones positivas como la admiración (importantes para el aprendizaje) y tóxicas como la envidia.
En la publicación se mezcla el aprendizaje de las asignaturas con el de las competencias, que son materia de debate actual en educación. Es solo una propuesta interpretativa o hermenéutica de otras propuestas, extrañada de la realidad; una revisión textual de otros escritos, como la “construcción de la ciudadanía” y la búsqueda de la “educación socioemocional”. Sustituye la explicación por la interpretación de textos omitiendo la realidad que es el objetivo central de la investigación. Los dos problemas que intenta resolver lo dicen todo: “¿Cuáles han sido las temáticas recurrentes en investigación educativa desde las Ciencias Sociales entre el 2016-2021 en el país? […] ¿Cómo se han abordado dichas temáticas en investigación educativa en los últimos 5 años?” (p. 147).
Hay investigaciones que deben ser estudiadas por los maestros para tener un juicio crítico acerca de los enfoques educativos en juego y las tesis que nos proponen para diseñar nuestro futuro educativo. ¡Jóvenes maestros: a leer!