En un acontecimiento nunca antes visto en Argentina, un grupo de más de 60 destacadas actrices de ese país se unió para acompañar la denuncia penal radicada en Nicaragua, que realizó la actriz Thelma Fardin contra el conocido actor Juan Darthés.
Fardin relató que durante el 2009, mientras se encontraba en Nicaragua realizando la gira de la exitosa telenovela juvenil "Patito Feo", Darthés la violó. Ella apenas tenía 16 años.
"Durante nueve años anulé lo que me pasó para poder seguir adelante; hasta que el testimonio de una chica me hizo revivir", dijo entre lágrimas la joven actriz a través de un video mostrado en una conferencia de prensa realizada en un teatro de Buenos Aires la noche del miércoles.
Video: C5N
"Me agarró de la mano y me dijo ‘mirá como me ponés’, haciéndome sentir su erección. Yo seguía diciendo que no. Me tiro en la cama, me corrió el shortcito y me empezó a practicar sexo oral. Yo seguía diciendo que no, me metió los dedos y yo seguía diciendo que no. Le dije ‘tus hijos tienen mi edad’. No le importó. Se subió encima mío y me penetró", reveló la actriz.
Darthés ya había sido denunciado en noviembre del 2017 por la también joven actriz Calu Rivero, quien aseguró que el actor la acosó sexualmente durante el rodaje de la telenovela "Dulce amor". El actor, posteriormente denunció ante la justicia argentina a Rivero por "calumnias e injurias"; sin embargo, según trascendió en medios locales, la abogada del actor decidió dejar de patrocionarlo.
En febrero de este año, se sumó la segunda denuncia contra Darthés de parte de Ana Coacci quién aseguró que el ex galán había abusado de ella durante las grabaciones de la novela "Gasoleros" entre los años 1998 y 1999.
La carta completa de Actrices Argentinas:
La colectiva Actrices Argentinas convoca a esta conferencia de prensa para acompañar la denuncia penal radicada en Nicaragua en la Unidad Especializada de delitos contra la Violencia de Género del Ministerio Público realizada por nuestra compañera Thelma Fardin contra Juan Darthés. Venimos trabajando, teniendo regularmente asambleas en las que reflexionamos sobre temas relacionados con nuestro oficio. Estas asambleas han dado un marco de contención para que podamos hablar y decir lo que nos pasa. Por eso hoy estamos acá.
Como ya sabemos, el movimiento de mujeres y otras diversidades sexuales se propone desterrar un régimen de violencia e impunidad sostenido tanto desde el estado, como en cada espacio donde se juegan relaciones de poder. Están presentes en nuestros trabajos y lugares de formación.
El precio que nos ha sido impuesto a la hora de desarrollarnos profesionalmente ha sido el de callar y someternos. Según una encuesta reciente de SAGAI, el 66% de les intérpretes afirmó haber sido víctima de algún tipo de acoso y/o abuso sexual en el ejercicio de la profesión. Se parece más a una norma que a una excepción. Porque, ¿a quién vamos a denunciar? ¿Al jefe de casting? ¿Al dueño de la productora? ¿Al director de la obra o película? ¿Al maestro de teatro?
Es sabido que éste es un fenómeno que ha sacudido internacionalmente a la industria del espectáculo y es funcional a ella. Hoy decimos ¡Basta! Escúchennos: el tiempo de la impunidad para los abusadores debe terminar.
Las actrices somos ignoradas al denunciar y exponer los abusos. Se duda sistemáticamente de nuestras voces, de nuestros testimonios. En nuestro ámbito laboral se nos aísla frente a vivencias traumáticas que están naturalizadas, que llevan a veces años identificar y poner en palabras. Mientras tanto, el abusador habla, actúa y trabaja con total impunidad, y pretende hacer a la víctima responsable de su propio abuso.
En nuestro medio, la opresión y cosificación son moneda corriente. Se erotiza y sobreexpone a niñes y adolescentes en la industria del entretenimiento. Estamos casi siempre desprotegidas por quienes nos contratan. Por ejemplo, se envía a menores de edad de gira sin tutelaje suficiente y adecuado. En nuestro medio no hay protocolos de acción frente a casos de abuso; y la lista podría seguir es inmensa.
Necesitamos herramientas para enfrentar estas cuestiones que además se ven agudizadas por la precariedad laboral y la falta de trabajo. Contra todas esas formas de violencia y para que esto cambie, nos ponemos a trabajar desde hoy para dar esa batalla.
Donde la Justicia y el estado obstaculizan, desestiman, demoran, estigmatizan a las víctimas o fallan en forma aberrante a favor de los victimarios, como en el caso de Lucía Pérez, nos convocamos para decir basta. Porque el tiempo del silencio se terminó.
Asimismo, deploramos que algunos medios intenten llevar la atención hacia el costado más morboso de los conflictos mientras acallan las problemáticas laborales de fondo. Se vuelven cómplices. Le pedimos a la prensa responsabilidad en el seguimiento de este tema y de otros similares.
Los abusadores tienen el privilegio de utilizar el sistema de justicia para disciplinarnos. Buscan callarnos iniciando contra quienes se atreven a romper el silencio causas por Daños y Perjuicios o denuncias penales. Mientras las víctimas sufren las prescripciones, dilaciones, malos tratos y descreimiento por parte del aparato judicial.
Thelma pudo radicar la denuncia penal en la justicia pero otras compañeras que narraron haber sido violentadas por el mismo sujeto, no pudieron avanzar judicialmente.
La justicia no actúa con perspectiva de genero. Animarse a hacer una denuncia es un acto arriesgado cuando el poder judicial nos pone en el banquillo de las acusadas preguntando cómo nos vestimos, qué tipo de vida llevamos o si provocamos los ataques. Frente a este maltrato, está indiferencia y mordaza legal, las actrices nos organizamos.
Frente al "Mirá cómo me ponés", nosotras decimos "Mirá cómo nos ponemos". Nos ponemos fuertes, unidas, frente a tu violencia y tu impunidad, estamos juntas.
Que se haga justicia por nuestra compañera y por todes.
Esto recién empieza.