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“Baby”: el crudo retrato de un joven homosexual en los márgenes de la sociedad

La película de Marcelo Caetano, presentada en el Festival de Cine Latinoamericano de Francia, explora el doloroso viaje de un adolescente rechazado por su familia y atrapado en un mundo de explotación.
David Sánchez
Por David Sánchez Biarritz, Francia

La película brasileña Baby, presentada en el Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz (Francia), es un impactante drama que explora el viaje emocional y físico de un joven homosexual que se encuentra en los márgenes de la sociedad.

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Dirigida por Marcelo Caetano con una sensibilidad cruda, el filme retrata la lucha de Baby, un chico de 18 años recién salido del reformatorio, que busca desesperadamente amor y aceptación, en un entorno que solo le ofrece rechazo y explotación. El núcleo del film radica en el sentimiento de abandono. Desde los primeros minutos, el protagonista enfrenta el desdén de su propio padre, un expolicía que no puede soportar la homosexualidad de su hijo. Este rechazo paterno es el motor que impulsa al protagonista hacia una espiral descendente en la que se ve atrapado en la prostitución y el tráfico de drogas. Aquí, la película destaca la fragilidad emocional de Baby, un joven que ha sido despojado de cualquier ancla familiar o social, y que se encuentra a la deriva en un mundo que parece estar lleno de perversión y abuso.

La interpretación del joven protagonista, João Pedro Mariano, es profundamente conmovedora. La película logra hacer que el espectador se conecte con su desesperación, su búsqueda constante de cariño y validación. A pesar de la dureza de las situaciones que enfrenta, nunca se pierde de vista que Baby es, ante todo, un adolescente roto, que busca en los lugares equivocados un amor que no ha conocido. Esta capacidad del director de capturar tanto la vulnerabilidad como el desamor en la vida del protagonista es uno de los puntos más fuertes del filme.

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El mundo que rodea a Baby es sombrío y peligroso, poblado por personajes que, como él, navegan en la precariedad. La película no se aleja de mostrar la brutalidad de la prostitución masculina, donde los jóvenes son vistos como meros objetos sexuales, cuerpos desechables para el placer de otros. Esta representación visceral del uso y abuso de los cuerpos jóvenes resuena como una crítica feroz a una sociedad que, a menudo, rechaza lo que no entiende y no protege a los más vulnerables.

"Baby" desnuda en Biarritz la dura vida de los jóvenes LGBTQ+ marginados en Brasil (Gentileza)
“Baby” desnuda en Biarritz la dura vida de los jóvenes LGBTQ+ marginados en Brasil (Gentileza)
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La figura de la madre, que aparece esporádicamente, es otro elemento clave en la película. Representa el amor reprimido, atrapada entre su deseo de proteger a su hijo y el temor de enfrentarse a su esposo alcohólico. Esta dinámica familiar refleja las tensiones presentes en muchas familias que luchan por aceptar a los miembros LGTB en un entorno conservador. La figura de la madre introduce una capa de complejidad emocional que refuerza el sentimiento de abandono que el protagonista ha experimentado desde joven. Aunque la película presenta una visión sombría y a veces brutal de la vida de su protagonista, también ofrece momentos de reflexión profunda.

A través de su viaje, la película nos invita a cuestionar las estructuras sociales que marginan a los jóvenes homosexuales, y a pensar en las consecuencias del rechazo familiar. ¿Qué sucede cuando una sociedad no acepta lo que es diferente? La obra nos empuja a confrontar esta pregunta de una manera dolorosamente honesta. Sin embargo, la película no está exenta de ciertas críticas.

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A pesar de estar bien filmada y de lograr una conexión emocional potente, en algunos momentos parece caer en clichés sobre la vida en los márgenes. La prostitución y las drogas, si bien son una realidad para muchos, se presentan casi como una consecuencia inevitable, dejando poco espacio para otras narrativas posibles de resistencia o resiliencia. En ese sentido, la película a veces puede sentirse un poco predecible en su descenso a los infiernos del protagonista. La cinta tiene un poder emocional significativo. Nos obliga a mirar de cerca la vida de un joven que, a pesar de todos los golpes que la vida le ha dado, sigue buscando el amor. Es un recordatorio de las consecuencias devastadoras del rechazo y de cómo, en última instancia, todos necesitamos sentir que pertenecemos a algún lugar.

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David Sánchez
Para EL PERFIL
Crítico de cine, especializado en cine latinoamericano. Es miembro de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica (FIPRESCI) y de...