En “Querido Trópico”, presentada en competición dentro del Festival de Cine Latinoamericano de Biarritz (Francia), la directora panameña Ana Endara, con una carrera previa en documentales, incursiona por primera vez en el cine de ficción con una propuesta delicada, atmosférica y profundamente humana. Ambientada en Ciudad de Panamá, la película nos introduce en el universo íntimo de Mercedes (interpretada magistralmente por Paulina García), una empresaria rica que empieza a experimentar los estragos del Alzheimer. A su lado, Ana María (una inmigrante colombiana y su cuidadora), establece un vínculo emocional que trasciende el rol de servicio, generando una complicidad inesperada que se convierte en el corazón del filme.
El eje narrativo de “Querido Trópico” está marcado por la sublime actuación de Paulina García, quien es capaz de sumergirnos en la vulnerabilidad de su personaje en cuestión de segundos. Como lo hizo Anthony Hopkins en “El padre” o la conmovedora “La memoria infinita,” García transforma la pantalla en un espejo de las sombras del Alzheimer, llevándonos junto a Mercedes en su viaje hacia la pérdida de identidad. Hay una sutileza en su interpretación que conmueve; no es tanto el deterioro evidente lo que impacta, sino los pequeños momentos de desconexión que nos recuerdan la fragilidad de la memoria, un ejemplo es la escena de los pasteles que come sin parar o metiéndose en el armario y cerrandolo con ella dentro. Su actuación logra desconectarnos de la realidad, invitándonos a vivir desde la confusión y la ternura de alguien que comienza a perderse en su propio mundo.
El conflicto emocional de la película no solo se centra en la enfermedad de Mercedes, sino en la dinámica entre los personajes femeninos. La relación entre Mercedes y Ana María evoluciona en un terreno tenso, marcado por el afecto que poco a poco desplaza los celos de la hija de Mercedes. Ella ve con recelo cómo la cuidadora se convierte en la principal confidente y apoyo emocional de su madre, una situación que expone las complejidades de las relaciones familiares cuando la enfermedad golpea.
Lo notable de “Querido Trópico” es su ritmo pausado, una calma que se respira en cada plano. Endara evita el dramatismo exacerbado y en su lugar utiliza cortes cuidadosos y un estilo minimalista para enfatizar la intimidad entre los personajes. Las escenas entre Mercedes y Ana María están cargadas de silencios y pequeños gestos, haciendo que los momentos en los que Mercedes le corta a Ana María con su sarcasmo o con alguna crítica punzante sean más potentes, recordándonos que el Alzheimer no borra de inmediato las personalidades, sino que las desdibuja lentamente.
El trasfondo iberoamericano añade una capa interesante al filme. La película entrelaza las culturas de sus protagonistas: una chilena, una colombiana y el contexto panameño que las rodea. Aunque no se aborda de manera explícita, la multiculturalidad de “Querido Trópico” refleja las conexiones y tensiones propias de la diáspora y las experiencias compartidas en la región. Esta diversidad añade una textura especial a la relación entre las mujeres, donde las diferencias sociales y culturales se diluyen ante la necesidad humana de apoyo y comprensión.
Con una duración de 108 minutos, “Querido Trópico” nunca se siente excesiva; cada minuto parece necesario para construir esta delicada narrativa sobre el Alzheimer, la soledad y las inesperadas relaciones que surgen en los momentos más oscuros. Ana Endara, en su debut en la ficción, nos entrega una película que es una reflexión sobre los personajes y el cuidado, la pérdida y el afecto que surge de los lugares más inesperados.