Uno de los bienes caros y más preciados del siglo que vivimos es el aprendizaje. Comprender su naturaleza y su proceso constituye uno de los retos mayúsculos de las comunidades científicas de este siglo y una de dificultades mayore del sistema educativo. Tanto que el economista Premio Nobel Joseph Stiglitz le asigna un lugar especial al dedicarle todo un libro. Dicho de manera abreviada, la calidad del aprendizaje humano individual va de la mano con el desarrollo de la sociedad. Los políticos no logran apreciar su importancia, en primer lugar, porque no aprenden y en segundo lugar porque no les interesa. Interés y aprendizaje se refuerzan.
Esto no es todo. Aprender significa cambiar, estos cambios se operan en las sinapsis (contactos) neuronales y consecuentemente en las conductas. ¿Puede decirse que han aprendido los políticos que incurren una y otra vez en el mismo desacierto? En una polémica entre dos candidatos a la alcaldía de Lima, el candidato de FP le dice al alcalde Miraflores que es un “tuco”, es decir un pituco, pero este le responde que no es así y para probar que no es pituco relata que le “invitaron caldo de cabeza” y lo tomó, con lo que cree haber demostrado que no es pituco. ¿No se habrá percatado aún que su respuesta es torpe y ofensiva?
Hay más. Los que realmente aprenden enseñan con el ejemplo y pueden explicar el por qué ocurren las cosas. Muchos aprendizajes sino todos están acompañados de emociones. Un ejemplo ilustrativo es el incidente ocurrido en un mercado de provincia y con los chicharrones: cuando un candidato, muy académico él, evidencia su asco al percatarse que ha ingresado a un mercado y luego muestra de manera notoria su desagrado por los chicharrones. El elector popular, la gente de la calle que frecuenta los mercados y le encanta los chicharrones ha aprendido de manera dramática, que ese candidato lo desprecia y no es de los suyos, ha aprendido con meridiana claridad que votar por él sería una enorme falta de autoestima. ¿Y qué aprendió el candidato?
Con todo, la cuestión no queda aquí. La explicación lleva inexorablemente a la comprensión de aquello que está en juego. La comprensión es el nivel psicológico más elaborado del aprendizaje y lleva a la articulación de una visión de la vida y de cosmos. Si los aprendizajes son de calidad está visión será articulada, coherente e influyente. Qué falta hacen políticos que aporten una visión crítica y elaborada del mundo en que vivimos.
De los buenos aprendizajes a las buenas acciones, es el ideal. Los aprendizajes de calidad en política permiten articular enfoque organizados para construir organizaciones con capacidad de movilización y de acción eficientes. Es el rol de los líderes políticos. El político eficiente difiere de un charlatán que busca beneficios personales. Tampoco es el politólogo o teórico de la política, es en cambio el demiurgo de la conducción imbuido de valores éticos. Ergo, en medio de la tensión actual entre el Legislativo y el Ejecutivo es pertinente la pregunta ¿qué aprenderán sus protagonistas?