–Hay quienes dicen que los músicos no se retiran, pero tú has parado en esta crisis sanitaria. ¿Cómo nació la iniciativa de unirte al cuerpo médico en plena pandemia?
–Hemos parado todos, músicos, productores y todos los que están detrás de un concierto. Yo no me he retirado de la banda, no es que Plutonio de Alto Grado se acabó, sino que es momento de decidir, tomar acciones, y con Plutonio no se iba a hacer algo estos meses.
–Para los que aún no conocen a Plutonio de Alto Grado, ¿cómo definirías a tu banda?
–Amor, coraje, mucha entrega, muy real.
–Egresaste de la Universidad Nacional Federico Villareal como médico en 2019, pero eras músico desde mucho antes, ¿cómo contrapesas ambas carreras que exigen bastante dedicación y vocación?
–Viene de mucho tiempo, primero fue la música, obviamente. Cuando todos entraron a la universidad empezamos de nuevo con la banda y estructuramos lo que teníamos. Ahí empieza la carrera de Plutonio de Alto Grado. Estudiaba mañana y tarde y los conciertos eran en la noche. La universidad fue fácil. Tengo muy buena memoria y eso lo aplicaba también en la música. Más o menos en 2017 o 2018, con el disco, ya iba pensando bien qué iba a hacer de mi vida, porque el internado médico era otra cosa y Plutonio iba escalando más. El internado era no dormir. Yo hacía el turno como los demás, pero ellos llegaban a casa a dormir, yo me iba a un concierto de rock a tocar.
–Si llegabas a un punto en que debías elegir entre la música y la medicina, ¿con cuál te hubieras quedado?
–Llegó un punto en el que me agobié, sacamos muchos shows en el Británico por todo Lima, era pagado y lo necesitábamos. A la vez tocábamos los sábados y domingos. Estaba un poco cansado porque tenía que dar el examen nacional de Medicina, pero no podía renunciar a ninguna de las dos. Viví muy rápido. Vivo muy al límite. Algún día me va a jugar en contra, pero espero que sea para alcanzar la grandeza. Sabía que faltaba poco para acabar Medicina y la música estaba ahí.
–Plutonio de Alto Grado se caracteriza por ser una banda formada por hermanos y primos ¿cómo han logrado compenetrarse y trabajar juntos en este proyecto musical que se vuelve ambicioso?
–Creo que cada integrante de una banda debe formar parte de un engranaje perfecto. Soy el mayor y los tres siempre me respetaron. Me gané su respeto guiándolos. Si le preguntas a cualquiera de ellos, te dirán que soy el líder de la banda, yo la creé y así va a ser siempre. Soy justo. La banda iba creciendo y Omar haciendo canciones con su don y su talento. Yo soy el líder conceptual, Omar es el líder musical; Betin siempre está a nuestro lado y todas las decisiones también pasan por él; Diego siempre nos apoya y nunca dice no, sigue a la banda. Plutonio de Alto grado y su organización jerárquica nos ha llevado a donde estamos, el respeto y la confianza que nos tenemos, el amor que nos profesamos los cuatro.
–¿Alguna vez las diferencias han sido tantas que la banda ha pensado en desintegrarse?
–Sí, pero desintegrarse totalmente, no. Plutonio son cuatro, pero hay un núcleo y somos Omar y yo. Ese núcleo es mucho más inquebrantable que el de Omar, Betin, Diego y yo. Sí se ha pensado en no contar con Betin o Diego, no te voy a mentir, pero siempre va a ser Plutonio de Alto Grado con Omar y Franco Oriondo.
–Entonces, ¿el cuarteto de Plutonio podría volverse dúo?
–No, siempre vamos a tocar con cuatro personas, pero siempre verás a los hermanos Oriondo. No tenemos planeado botar a alguien, pero si no mejoras, ahí está la puerta y no vamos a dudar en sacarte o en que te vayas tú solo. Nunca un dúo, no me gusta, es moderno sí, pero me gusta la banda de cuatro, soy más clásico. Es más, no me gusta la banda de cinco ni de tres, me gusta de cuatro.
–El año pasado todos los miembros de Plutonio contrajeron el virus previo su gran concierto virtual. ¿Esto influyó en la decisión de ejercer como doctor en esta segunda ola de la pandemia?
–No. No influyó porque todo el 2020, cuando empezó la pandemia, yo quería ir a ayudar. No me gusta estar de brazos cruzados, para mí fue deprimente no poder hacer algo. Sí nos contagiamos y fue horrible porque mi tío falleció por eso. Y nosotros dimos conciertos (virtuales) enfermos. Pero, no ha influido, siempre he estado dispuesto a hacer algo por mi vida si no puedo con Plutonio.
–¿Qué tanto afectó el fallecimiento de tu tío en la banda?
–Fue un golpe durísimo. Mi tío no tenía que irse aún y no de esa manera. De ahí nació El Umbral, una canción que habla sobre su pérdida. Omar la hizo. Cuando me enteré de que mi tío ya no estaba entre nosotros, supimos que El Umbral había llegado. La recepción que tuvo fue increíble. Lo real pesa sobre lo fabricado.
–El último concierto en vivo de la banda fue en el Alternativo Music Festival en febrero, va a cumplirse un año fuera de los escenarios, ¿qué significa esto para ustedes como músicos jóvenes?
–Es deprimente y triste. A algunos les paró el sueño de viajar a la selva, de hacer un año en la universidad o en algunos músicos, paró que toquen un rato más en algún bar. A nosotros nos paró de una manera más atroz que todos los demás porque somos la promesa del rock peruano. Estábamos con miras a irnos a otro país a hacer la chamba que habíamos hecho aquí. No nos pesaban las gollerías de que si vamos a comer bien o estar en un hotel bonito. En el extranjero hay mucha más industria y sabíamos que nosotros éramos mejores en todo. Lo desastroso fue para la industria y para el futuro del rock peruano, que somos nosotros. Eso significó un año sin tocar, no sé dónde hubiésemos estado.
–Por ahí se voceaba que algunos países que esperaban a Plutonio era México
–Sí, México era el país. El país que aún espera a Plutonio de Alto Grado.
–¿En qué relacionarías el rock con la Medicina?
–Se relaciona completamente, un 100 de 100. Llegué a compararlas y estaban tan unidas por el simple hecho de que en Medicina no tratamos enfermedades, tratamos al paciente, a la persona. El paciente llora, sufre, se alegra como tú. Entonces ahí entra la empatía. Al igual que en el rock con los fans, los fans sienten. Están unidas porque yo trataba al paciente en las mañanas con sus dolencias y en las noches tocaba para los fans también con dolencias, quizá en el alma. Un paciente es un fan. Como médico se cura las dolencias físicas y como músico las dolencias del alma.