La presentación de "El conde", la última película del aclamado director chileno Pablo Larraín, en la Biennale de Cine de Venecia ha generado una gran expectación.
Larraín nos relata la historia de un Augusto Pinochet sediento de sangre y maldad, que ha sembrado el terror desde la Revolución Francesa. En la rueda de prensa tras la proyección de su película, Larraín explicó a EL PERFIL: "Fue un largo proceso para encontrar el mejor modo de mirar al hombre (Pinochet), encontrando las herramientas y la forma adecuada de acercarse, así como la combinación de farsa y sátira con elementos que vienen de la leyenda, el carácter del vampiro. Si hubiéramos evitado la sátira, nos hubiera llevado a una forma de empatía y eso no es aceptable".
La película se rodó en blanco y negro, una elección que, según Larraín, "le da un aspecto más teatral y crea una distancia, un falso muro desde donde uno puede tener la distancia adecuada".
El guion contempla la posibilidad de que Pinochet siga vivo en la actualidad, bebiendo sangre y comiendo corazones de mujeres jóvenes. Su familia también sale retratada, la cual también está sedienta, pero de dinero, ya que esperan recibir parte de la herencia que el exdictador no les ha dado todavía.
En cuanto al respaldo de Netflix a esta propuesta, que asegura una amplia difusión a nivel mundial, Larraín comentó: "Es genial que Netflix pueda respaldar una película como esta, única. Y no sólo respaldar la película, sino el cine chileno que puede hablar al mundo, que tiene la habilidad para hacer valiosos elementos cinematográficos que pueden viajar a múltiples sociedades y no lo deberíamos dar por hecho".